Cuando aún la sombra de la pandemia de la Covid19 se muestra presente en forma de contagios y tasas de incidencia en aumento en todo el territorio nacional, España se enfrenta al reto de su nueva reconversión industrial, en esta ocasión con dos pilares fundamentales en ese desafío de reorientar la economía nacional hacía los nuevos nichos de oportunidad global, la digitalización y la sostenibilidad.
Así, la llegada del fondo europeo de reconstrucción dotado con más de ciento cuarenta mil millones de euros vendrá a suponer una oportunidad única y definitiva al mismo tiempo, no por menos perder el tren de la cuarta revolución verde, tecnológica e industrial supondría para el progreso español un lastre de complejas consecuencias en el presente y el futuro. De esta forma, sí algo podemos tener claro es que el mundo ha cambiado, lo venía haciendo antes de la irrupción de la pandemia y ahora esta transformación se ha visto acelerada a golpe de necesidad productiva, económica, comercial o educativa.
Es aquí, donde la llegada de los fondos europeos de reconstrucción dotados con más de ciento cuarenta mil millones de euros vienen a fijar una senda de crecimiento y desarrollo que podría permitir la transformación del modelo productivo nacional frente a los desafíos que el siglo XXI nos depará. Si bien, surgen aquí varias necesidades y certezas sobre la gestión, apli ación e implementación de este nuevo Plan Marshall europeo. En primer lugar, la permeabilidad de los fondos económicos en el tejido de Pymes, Mycropymes y emprendedor nacional. No por menos, el éxito del impacto de los mismos en el proceso de apuesta por la digitalización y la sostenibilidad de la economía nacional dependerá en gran medida de la llegada de dichos fondos a los agentes que hoy representan más del 90% del tejido productivo de nuestro país.
No cabe así, trampas al solitario en forma de gestión acelerada de los fondos europeos a golpe de reparto directo entre las grandes empresas con capacidad de gasto acelerado de los mismos, medida tal vez tentadora por los plazos marcados por europa en la ejecución de dichos fondos en nuestro país.
En segundo lugar, se muestra necesario el papel de los ayuntamientos en la gestión de unos fondos que tienen que tener necesariamente un apoyo en su gestión justificativa y un papel de desarrollo municipalista con óptica en el desarrollo local y equilibrado del territorio nacional, siempre orientando esta participación al objetivo final de la apuesta por la digitalización , la sostenibilidad y la innovación en todas sus vertientes como motores de generación de empleo, emprendimiento y desarrollo productivo.
En tercer lugar , la participación público y privada colaborativa entre todos los agentes nacionales en la implementación de un cambio de modelo productivo que requerería del talento, la capacidad y la coinversión de quienes hoy se muestran decididos a implementar el desarrollo del país.
Por último, pero no menos importante, se muestra necesario y urgente un cambio en el modelo tributario y fiscal en un país que debería al menos hasta que se produzca un desarrollo de su economía y su tejido empresarial apoyar de manera decidida y con incentivos, flexibilidad y empatía el mantenimiento, ubicación y atracción de aquellas empresas y emprendedores que quieran impulsar proyectos transformadores de la economía y generadores de empleo.
Lo contrario, el impulso recaudador per se, sólo conllevaría a la emigración del talento innovador y la no efectividad de la atracción de las inversiones a un país , el nuestro ,que debe de mirar hacía fuera para aprender de otros que poco a poco van posicionandose en un mundo que ha cambiado, seguirá haciendolo y en el que no caben políticas del pasado sino mirada larga hacia el futuro.
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