La escalada de los precios del gas y la electricidad habría sorprendido a Europa con las reservas de gas en mínimos históricos (60% ) y habría escenificado el fracaso rotundo de las políticas energéticas de una Unión Europea incapaz de lograr la utópica autosuficiencia energética. Así, uno los factores que más repercute en la dependencia energética de un país es la cantidad de petróleo y gas que debe importar para la industria y transporte, estando la media europea en el 52% y al ser Rusia el principal abastecedor de gas, petróleo y carbón de la UE con un 40%, 30% y 25% respectivamente, se deduce que la UE sería una isla energética y sufriría de una rusodependencia energética severa.
Acuciada por la elevada dependencia energética (más del 50%), la alta volatilidad de los precios del gas y petróleo debido a factores geopolíticos desestabilizadores y la imperiosa necesidad de la garantía de un aprovisionamiento seguro de energía, la UE implementó una estrategia energética basada en los acuerdos preferenciales con Rusia y Argelia para el suministro de gas, en la utilización de obsoletas centrales nucleares en lugar de reactores atómicos de nueva generación EPR (European Pressurized Water Reactor) y en el extraordinario impulso de las energías renovables (1º productor mundial), con el objetivo inequívoco de lograr el Autoabastecimiento energético y de recursos hídricos en el horizonte del 2.030.
Sin embargo, según Marie-Helene Fandel, analista del European Policy Centre, “la política energética de la UE adolece de una elevada dependencia del exterior debido a su escasez de recursos y su limitada capacidad de almacenamiento", lo que aunado con la incapacidad de los Veintisiete para desarrollar una verdadera política energética común, ralentizará todo el proceso y hará inviable la utopía de la Autodependencia energética europea en el horizonte del 2.030, de lo que sería paradigma la reciente escalada de los precios del gas y la electricidad en Europa y que en el caso español se verá agravada por el recorte de suministros del gas argelino.
Así, Argelia exportaba su gas a España a través del gasoducto Magreb-Europa que pasa por Marruecos pero que ya no está operativo tras la ruptura de relaciones diplomáticas entre Argelia y Marruecos, quedando solamente en activo el gasoducto Medgaz que une España y Argelia a través del Mediterráneo, lo que se traducirá en una sensible reducción del gas argelino importado.
Tras la crisis de Ucrania, los dirigentes de la UE habrían establecido como prioridad la necesidad de mejorar la conexión gasista con la Península Ibérica mediante un gasoducto que conectara a España con Francia a través de Cataluña (gasoducto Midcat) mediante el cual España haría llegar a la red energética europea el gas de Argelia,(equivalente a la mitad del que llega desde Rusia a través de Ucrania). Sin embargo, dicho proyecto habría quedado en el limbo debido a la miopía de los reguladores europeos con lo que se agravará la escalada del precio del gas (no siendo descartable episodios de escasez de gas en España el invierno venidero) y quedando como tabla de salvación los ramales del Gaseoducto Europeo, Larrau-Calahorra y Urrugne-Irún que introducen el gas noruego en la Península.
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