Mantener el coche limpio es siempre una de las grandes prioridades de los conductores españoles. Lluvia, nieve, hielo, barro… Durante todo el año hay diferentes factores que entran en el juego. Puede que la motivación en la mayoría de los casos sea puramente estética, sin embargo, existen una serie de excepciones que pueden acarrear multas que muchos desconocen.
El Reglamento General de Circulación, por ejemplo, establece que los faros o las placas de matrícula no pueden estar sucios, rotos ni con restos de hielo o nieve, ya que interfiere en la visibilidad del vehículo. Tener el automóvil en estas condiciones puede suponer, según la interpretación de las autoridades y el nivel de la infracción, una multa de hasta 3.000 euros.
“Todo vehículo necesita ser limpiado, ya sea de tracción, manual, eléctrico, gas, carburantes fósiles… Los lavaderos son, por lo tanto, una actividad esencial para cualquier conductor”, afirma Marcos Moure, propietario y fundador de Grupo Moure. A todo esto hay que añadir que, según el artículo 84 de la Ley de Seguridad Vital, los agentes de tráfico tienen capacidad para inmovilizar un coche si tiene “deficiencias que constituyan un riesgo especialmente grave para la seguridad vital". La importancia de un buen lavado España cuenta con un parque móvil nada despreciable compuesto por de 33 millones de vehículos, según DGT. Todos ellos, en mayor o menor medida tienen que ser lavados. El lugar ideal no es otro que un centro de lavado, pues tal y como recoge el artículo 4.2 del Reglamento General de Circulación, está prohibido hacerlo en la vía pública.
“Hoy en día un buen centro de lavado va equipado de una tecnología altamente eficiente, con un ordenador que gestiona las distintas fases del proceso, dejando un resultado final impecable. Lavar un vehículo es algo más que mezclar agua con jabón y aclarar, por eso el centro de lavado tiene que respetar el medio ambiente, filtrando y reutilizando los materiales”, afirma Moure.
|