Ione Belarra, Irene Montero y Pablo Echenique insisten en desmarcarse de la decisión sobre el envío de armas y escenifican las discrepancias internas. Garzón y Colau cierran filas con Díaz frente a la "presión" de Podemos. El espacio a la izquierda del PSOE se reconfigura. Los diferentes actores toman partido tras el último choque, que ha hecho estallar las costuras entre la dirección morada y la vicepresidenta segunda. Advertencia de Alberto Garzón a Unidas Podemos sobre Yolanda Díaz: “Es probable que se encuentre en estos momentos sufriendo…"
Los anteriores, tomados en El País, El Confidencial y El Huffpost, muestran el guirigay que hay en UP y alrededores. Cinco ministros, Yolanda Díaz, Alberto Garzón, Ione Belarra, Joan Subirats e Irene Montero, andan en el ajo. También Iglesias, ahora en sus labores; y la alcaldesa de Barcelona que anda a las suyas. Además como portavoz y cupo para la igualdad de géneros, Pablo Echenique. Una buena parte de la izquierda política nacional. Con más candidez que realismo puede entenderse que el ruido de los ocho es consecuencia del interés de cada uno. Por sí o al servicio de grupos que contemporizan o se enfrentan, el asunto podría ser una de las peloteras en la izquierda. Lo es, pero hay más. Intervienen ministros de España, un exvicepresidente y el portavoz en el Congreso de los Diputados de uno de los grupos que gobierna. Esto no se despacha y justifica solo con una gresca entre conmilitones afines o desafinados. Si se buscan motivos, se encuentran. De dos tipos: Conocidos confesados y sospechados inconfesos. Entre los conocidos, parece obvia la postura frente al envío de armas españolas a Ucrania. Unos a favor y otros en contra. Confusos ante el dribling del presidente del gobierno, que un día dice que no manda armas y al siguiente cambia de opinión: No a la guerra. Guerra sí. O un sí obediente a Sánchez o a quien le mande. Entre los sospechados inconfesos, no hay razones que justifiquen por qué mantener criterios, cambiarlos o maquillarlos. Hay que tener en cuenta, además, las circunstancias personales y de grupo de los que intervienen, las servidumbres que fuerzan conductas; y los vínculos propios, de grupo, antiguos o actuales. Se entra así en una panoplia de actitudes extensa en la que hay más intuiciones que evidencias. En esta situación, es notable el protagonismo de Alberto Garzón. Ministro de Consumo y coordinador federal de IU, con poca actividad ministerial y algún tropiezo a cuenta del consumo de carne y la explotación de granjas ganaderas, un día es noticia con la alcaldesa de Barcelona, cerrando filas con Yolanda Díaz frente a la presión contra ella de UP; y otro acapara titulares advirtiendo del momento de Yolanda Díaz y su probable sufrimiento. Con la guerra en Ucrania, las posturas de todos y los efectos que conocemos, la actividad de Garzón es, como poco, inusitada. Una explicación puede encontrarse en lo que en el diccionario existe relacionado con su nombre: garzoneo, participio de garzonear. En desuso, el término tiene dos acepciones: Verbo transitivo ‘solicitar, enamorar o cortejar’. Verbo intransitivo ‘dicho de un joven, llevar vida disoluta’. Con Garzón talludo y casado, parece oportuno desechar la segunda, la del verbo intransitivo, para optar por una actividad acorde con su condición: Solicitar. Desde esa situación, el rol, de solicitante, encaja. Además justifica su presencia en la política nacional y en el gobierno atento a lo que pasa. Veamos una de sus reflexiones de estos días: “Aunque de momento no parezca probable, sería sensato tener presente la hipótesis de un posible adelanto electoral. Pedro Sánchez podría ver en la actual coyuntura una oportunidad electoralista. En ese escenario, parece lógico pensar que la que está llamada a ser la candidata de la izquierda, Yolanda Díaz, pudiera no hacerse cargo del adelanto; quizá no tanto por los riesgos de este como por los motivos y la pendiente que nos pudieran llevar a él. Es probable que se encuentre en estos momentos sufriendo un momento de asfixia por parte de las fuerzas políticas que forman el espacio, y cuyas presiones reducen su margen de intervención.
En ese escenario de elecciones sin Yolanda Díaz como candidata, lo más probable sería un acusado retroceso de Unidas Podemos que llevaría al espacio a un punto de no retorno, tanto a nivel político como a nivel organizativo. Este debilitamiento abriría dos posibilidades: una Gran Coalición, con independencia de su fórmula formal, o un gobierno de la derecha con la extrema derecha. Por esa razón, la izquierda no debería mirar sólo, ni principalmente, por los intereses propios del espacio político, mucho menos por los intereses corporativos de las fuerzas que lo conforman, sino por los intereses de la clase trabajadora y los sectores populares de nuestro país. Por los derechos humanos, sociales y cívicos. Por la propia democracia, ya de por sí maltrecha y limitada. El momento exige dirigentes políticos responsables y de altura”. La consecuencia en Díaz, en la misma onda, no tiene desperdicio: ‘Yolanda Díaz avisa a Podemos: el Gobierno habla sobre Ucrania con “una única voz” que “explicita el presidente” (El País, 3 marzo)’. Atentos, porque el espacio a la izquierda del PSOE se reconfigura. El gobierno PSOE-UP, por ahora, vigilando y vigilándose. Mientras, Yolanda Díaz cuidada, cuidando para no espantar lo que tiene alrededor y cuidándose. Todos esperando. También, reclamo o distracción, el garzoneo de Alberto Garzón.
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