El 19 de marzo es el día del padre aquí en España, en Estados Unidos e Iberoamérica se celebra el 21 de junio. Se dice que el origen de esta celebración se halla en Estados Unidos, concretamente en 1910, cuando Sonora Smart Dodd propuso celebrar ese día para homenajear a su padre, el cual la había criado en solitario a ella y a sus cinco hermanos.
Esta celebración se hizo con el tiempo más popular hasta llegar a la actualidad como una fecha consolidada en la que reconocemos la valía y el amor con el que nuestros padres nos han criado, apoyado y cuidado a lo largo de su vida.
La mayoría de la gente pensará que es un día ideado para el consumismo, y en cierto modo les doy la razón, pero también es la excusa perfecta para que muchos hijos visiten a sus padres, es la excusa para darle un beso y reconocerles todos esos momentos en los que han estado ahí.
Entiendo que no todos los padres son lo mismo, entiendo que algunos no hayan estado, y entiendo que haya algunos que no se puedan ni considerar padres, pero espero que sea una minoría, el mundo es muy grande y las situaciones son muy distintas para cada familia. Me gustaría creer que la mayoría de los padres son buenos padres y han hecho lo que mejor creían para sus hijos, pero los padres también son personas, y en algunas ocasiones se confunden, al igual que lo hacemos nosotros.
Yo he tenido la suerte de tener al mejor; un padre paciente, que me ha amado desde el primer día que vine a este mundo, un padre que siempre ha estado ahí para mí y que aún sigue estando. Bueno, con esto no quiero decir que siempre estemos compenetrados y nunca discutamos, al contrario, somos tan parecidos y tan testarudos, que diferimos en casi todo, hecho que saca de quicio a mi madre, pero ya es difícil que cambiemos, así que mi madre ha aprendido a aceptarnos y a comprender que nos divierten los debates y que cuando terminamos de discutir, nos reímos, nos damos un abrazo y seguimos a lo nuestro.
También tuve la suerte de tener a mi abuelo, que era como mi segundo padre, alguien a quien aún sigo echando de menos después de tantos años de su pérdida, porque muchas veces no son padres aquellos que nos conciben, son también aquellos que nos dan todo su amor.
Antes se tenía un concepto de familia que ahora es absurdo mantener, porque la familia puede tener combinaciones infinitas, y lo único que debemos considerar es si existe amor, por eso, desde aquí, quiero felicitar a los padres que, a pesar de cualquier situación, sacan tiempo para escuchar a sus hijos si tienen algún problema, a aquellos que no juzgan y ayudan sin recriminar, a los que les sonríen, aunque hayan tenido un pésimo día de trabajo, a los que con un abrazo de sus hijos se les borran todas sus preocupaciones y a aquellos que aprenden con cada etapa de su crecimiento a ser psicólogos, profesores, amigos, y padres.
También me gustaría mencionar a mi marido, el padre de mis hijos, porque aún recuerdo esas noches terribles con los mellizos en las que las horas se hacían eternas con ellos en brazos, recuerdo verlo dormido en la cuna, encogido y sin moverse para que uno de los mellizos no se despertase, y recuerdo recientemente haberlo visto estudiar física y química para después poder preparar con ellos el examen.
En esta vida, creemos que siempre vamos a recordar los grandes momentos, pero en realidad, yo recuerdo a mi padre enseñándome a usar los cubiertos, recuerdo los desayunos antes de ir al cole. Recuerdo cuando mi abuelo iba a recogerme a la academia todos los días o cuando me compraba la última colección de libros y luego los comentábamos.
Por todos los padres que crean esos recuerdos en la memoria de sus hijos, porque ellos serán amados por siempre.
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