El joven trapense, “místico del siglo XX”. Estudiante de arquitectura, llamado por Dios, ejemplo de sencillez y compromiso. Su hermano Leopoldo, me contaba las recomendaciones de Rafael: “Lleva siempre una goma contigo; cuando algo o alguien te haga daño, tómala y borra tu mente con ella; la paz ocupará ese espacio”.
Falleció en una alegre primavera de 1938, a los 27 años. Sus restos se encuentran en la Abadía Cisterciense de San Isidro de Dueñas (Palencia). Su hospedería ofrece a todos un remanso de reflexión, oración y reencuentro.
“Hermano Rafael, no olvides tu promesa de hablar de nosotros a tu Dios y a tu madre, María.
El mundo está en guerra. La ceguera humana nos impide contemplar a Jesús, despreciado, abandonado y crucificado por nuestra salvación. Háblale de nosotros. Dile que nos extienda su mano. Dile que ilumine a los que toman decisiones políticas y religiosas. Dile que sin ÉL no conseguiremos la PAZ. Hermano Rafael, ¡Gracias!”
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