Tuve ayer, 11 de mayo, el gusto de acudir a la ceremonia de entrega del Premio Francisco Umbral en su última edición, en la que se otorgaba el mentado galardón a un académico de relumbrón; académico en un doble sentido, por ser alguien procedente de la universidad (fue rector de la Universidad de Santiago de Compostela) y por ostentar la silla D de la Real Academia (de la que fue director entre 2015 y 2018): don Darío Villanueva Prieto, un delicioso teórico literario cuya prosa acoge rasgos de estilo primorosos por demás, los cuales suscitan con suavidad el allegamiento, así como que no quiera la cosa, del más acendrado «delectare» merced a las suaves detonaciones de acicalado brío con que prefigura su prosa, analítica o divulgativa, la cual porta la enjundia del inapelablemente sólido estudioso.
El libro por el que recibió el premio en la Real Casa de Correos, sita en la Puerta del Sol, quiere enunciar (a modo de denuncia) el modo en que se manosea ese patrimonio común que es la lengua en nombre de ideas aventuradas sobrevenidas a lomos de intereses espurios o mentecatos.
Aseveraba en el coloquio que llevó a cabo Villanueva con Juan Cruz y Manu Llorente que las palabras brotan de la realidad, no siendo razonable que las palabras sean las que configuren esta. Apuntó, además, el hecho de que estemos asistiendo a la deconstrucción posmoderna del edificio humanístico de la Ilustración por el capricho de incursionar en un todo vale que cuestiona desacomplejadamente las verdades erigidas por la ciencia y el humanismo. Apuntó que en «Morderse la lengua» denuncia el asalto a la razón obrada desde la desvalorización del rigor, y al hacerlo citó a Discépolo, a través de ese pasaje de «Cambalache» en el que se dice: «¡Qué falta de respeto, qué atropello a la razón!».
Señaló nuestro premiado sentirse muy honrado con el reconocimiento: «No me considero especialmente indolente —señaló—; tampoco un trabajador excesivo, de manera que tengo que decir que este premio es el ideal para una persona como yo, porque es un premio que para conseguirlo no hace falta hacer nada, solo escribir el libro. Y a partir de ahí no hay que presentarse, no hay que enterarse cuándo se reúne el jurado… y así, cuando suena la flauta, como ha sido mi caso, pues un día recibo una llamada telefónica de María España que me dice “Darío, el jurado ha otorgado el premio al libro del año pasado, a ‘Morderse la lengua’”, el cual me está dando muchísimas satisfacciones…». Añadió, asimismo, que su primera crítica fue al libro de Umbral, «Memorias de un niño de derechas», en 1972.
Entre las autoridades que asistieron al acto cabe citar al expresidente Mariano Rajoy, a la consejera de Cultura Marta Rivera de la Cruz (que felicitó los patrocinios que hacen posibles eventos que potencian la cultura como el llevado a cabo ayer en la Real Casa de Correos a través del denodado esfuerzo de gentes como Lola Moreno, coordinadora de la Fundación, Ana Valencia, gerente de dicha institución, y María España Suárez, Presidenta de la Fundación y viuda de Francisco Umbral) y al alcalde de Majadahonda, José Luis Álvarez Ustarroz. También es digna de ser citada la presencia del eximio actor José Luis Gómez.
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