El agua es el hilo conductor de esta bailarina, docente y poetisa que es Tania Ramos Azula y lo mismo que con excelente gracilidad bailó “El Fausto”, de Jules Perrot y música de Giacomo Panizza y el mismo Wagner expreso «Ya es hora de retirarnos; el horizonte se oscurece, el aire es cada vez más frío y empieza a levantarse la niebla. Nunca como al anochecer conoce el hombre lo que vale su morada», lo mismo que demostró su feminidad con el musical de Andrew Lloyd Webber “Cats”.
Cito estos ejemplos pues Andrew Lloyd Webber, se inspiró en una colección de poemas de T.S. Eliot. En el arte, la danza y la literatura es agua es ese elemento de vida, purificador pues enjuaga y es en sí mismo representación de la emoción misma. Ella muestra su atracción por la lluvia y por el silencio, su eterno compañero.
Este trabajo representa el camino, la búsqueda de su “infinita hambre ser algún día luz”y con ella ser un referente dentro de la literatura.
Una poesía germina y abre al ávido lector ese sentimiento de soledad que se convierte en un verdadero señuelo con la invitación a entrar en su mundo y sus más íntimos anhelos:
“Esta es mi casa nublada, en donde no se pueden, en donde no se deben censurar las palabras; aquí tímidamente la belleza cobra sentido del otro lado de la mirada.”
Una vez que se adentrado en su misterio que te atrapa, pues su poesía no es una experiencia que no reside en cada una de las palabras sino en la interacción de las mismas, su música, sus silencios y formas que muestran una interconexión profundamente elaborada y su poesía es música, eufonía y son los silencios su contrapeso cultivando con pulcritud gramatical sus diferentes formas de expresión. Versos que no dan tregua con precisos matices, pero intensos en su declamación, dibujando emociones de amor, sentires de soledades y levantado estancias en el alma del lector.
Para esta poetisa su poesía, breve, clara, concisa es memoria trascendente que ella plasma por medio de la palabra y si bien se podía definir como una variante de la música por su rendida sonoridad y hermosa melodía.
Es capaz de trasmitir en tres versos, verdaderas y complejas historias y en ocasiones también tiene la acertada osadía del uso de versos octosílabos que transforman la melodía en oberturas mágicamente rítmicas. Sus versos en ocasiones me recuerdan tanto a Selma Lagerföf, la primera mujer en recibir un Premio Nobel en 1909, por su mágica forma de difuminar los límites entre el sueño y la realidad. A ella le unen demasiados puntos para ser casualidad.
No en vano fue premiada por la UNESCO, y al igual que Selma, su vida está dedicada a la docencia, estrechamente vinculada al movimiento feminista y un estilo que recuerda la maestría estructural y gramatical de Selma antes que esta fuese convencida por la baronesa Adlersparre para que desarrollase su obra en prosa.
Sus versos, su lírica es semejante a un calidoscopio en los que se engarzan sabiamente las imágenes por esas preguntas que nos asaltan al resto de los mortales como ella expresa:
“Se puede escapar de la lluvia, de la soledad, del silencio, de la maldad, del vértigo, de la solemnidad de la noche, pero... ¿del amor...?, ¿del mar?”
En determinados momentos evoca a esos versos solemnes de José Luis Borges por su cadencia, métrica y estructura gramatical fluctuando entre emociones que se fundamentan en la esperanza y en el renacer.
Llueve, supone una excelente demostración de vigor y originalidad de la poesía actual y en el que consigue la complicidad con el lector y al final de su obra se lo agradece con sus versos:
“Aquella estrofa oscura jadeando contra la rima, aliterando sílabas con el aliento del corazón, eras tú devolviéndole al alma el misterio de su vocación”.
|