Llevo siguiendo esta historia desde hace muchos años. Conocí a su protagonista en una gran ciudad del sur de Francia en la que llevaba muchos años buscándose la vida. Como tantos otros malagueños de la posguerra, el protagonista de nuestra historia, tuvo que emigrar a Francia en aquellos años sesenta en los que el paro y la miseria proliferaban en Málaga y en el resto de España. En los tiempos actuales, posiblemente, nuestro hombre se habría buscado las habichuelas en el mundo de la farándula. En aquellos años, este “artisteo” era muy peligroso, amén de proporcionar a sus integrantes de unos escasos beneficios. Pan para hoy y hambre para mañana. Otro miembro de aquella generación del “Chiquito de la Calzá”. Su nombre artístico: Pepito el del quiosco”. Su hermano mayor, que ya llevaba años en Francia, tiró de el y le buscó un puesto en la formidable fábrica Renault de Lyon. Allí encontró a su esposa y desde allí inició su flamante familia un periplo de trabajos, penurias y luchas para sacar adelante la familia que se había incrementado con cuatro hijas. A base de duplicar trabajos se pudieron hacer de una casita en los alrededores de la gran ciudad y allí permaneció hasta la hora de su jubilación. Una vez más siguió a su hermano que se había trasladado a la provincia de Tarragona. Allí vivió sus últimos años. Durante esta larga etapa no dejó de venir por su Málaga querida. Varias Semanas Santas, algunos veranos, al entierro de su madre, etc. Tuve la oportunidad de compartir con él alguna de esas visitas a nuestra ciudad. Cada vez se admiraba más del cambio que está experimentando nuestra Málaga. Desgraciadamente falleció hace un mes. Pero nunca morimos totalmente. Esta es mi buena noticia de hoy. Esta mañana se han desplazado su viuda y sus hijas a Málaga para depositar sus cenizas en la bahía malacitana. Una empresa dedicada a estos menesteres garantiza la realización de este acto de una manera eficaz y totalmente dentro de la legalidad. Tenía hijas y nietos en Francia. Ya son franceses del todo. Pero guardan en su corazoncito esa llama malagueña y la memoria de ese chavalillo que se crió en el Muro de Santa Ana y que, por avatares de la vida, tuvo que vivir en tierras lejanas. Hoy descansa en paz en los brazos de la Virgen de la Victoria y arropado por chanquetes y boquerones de su Mediterráneo malagueño.
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