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Alguien tiene que decirle al Rey que está desnudo

Rajoy ahora mismo es un estorbo para la regeneración de España y del PP
Pedro de Hoyos
lunes, 15 de febrero de 2016, 00:25 h (CET)
Después de diez años escribiendo en este periódico creo que para el lector habitual no soy ningún sospechoso de extremismo ni de radicalismo contra el PP. Y sin embargo creo que de Rajoy abajo deberían dimitir todos. O la mayoría.

España se ha basado hasta ahora en dos partidos que han sido la columna vertebral de las instituciones. Sus limitaciones y errores nos han conducido a una nueva situación en la que el poder se reparte entre cuatro, si bien de Podemos no puede decirse que sea un partido institucional sino anti institucional. Pero insisto, hasta aquí nos ha traído la desconfianza que PP y PSOE han generado. Y aunque suena más, mucho más, la inmundicia del PP también el PSOE tiene la suya.

Pero la del PP implica más tiempo, más dinero y más instituciones. Y mucho más escándalo social. Sin olvidar que hay casos sin resolver por toda España, el 3 % en Cataluña o los EREs de Andalucía, la actitud contemplativa de Rajoy ha permitido que la podredumbre corroa todo el partido. Y el PP ha sido hasta ahora un partido importante para España y debería seguir siéndolo, a pesar de sus dirigentes.

Por encima del PP está España, por encima de sus intereses están los de España, los de los ciudadanos, esos varios millones que a pesar de tanta insensatez le han votado y, es más, piensan seguir haciéndolo, perdonando lo imperdonable y disculpando lo indisculpable. Y lo seguirán haciendo aun teniendo que taparse la nariz al introducir la papeleta en la urna.

El PP debe regenerarse, debe reconstruirse, debe volver a ser referente institucional. Hay una amplia capa social de españoles que necesitan un partido honesto, limpio y eficaz de centro derecha. Sus apaños con los nacionalistas, sus incumplimientos con los votantes y sobre todo sus repetidos escándalos financieros y económicos (¿Y qué sede del PP van a registrar esta semana?) han hecho de él un partido que repele a ciudadanos honorables y conscientes. Si se hunde muchos ciudadanos conservadores (decir esta palabra en España es tabú, a pesar de su normalidad en todos los demás parlamentos e Europa) se quedarán sin referente.

Rajoy ahora mismo es un estorbo para la regeneración de España y del PP, es un escollo que rodear para que las instituciones asuman su papel representativo y legislativo, pero también es un punto de apoyo en el asalto institucional que el sectarismo bolivariano está llevando a cabo… con el voto de cinco millones de españoles. Rajoy debe irse y facilitar la vida política de los militantes del PP y de los españoles. Y con él todos aquellos que han convivido por activa o por pasiva con esta degeneración en que su partido se ve inmerso. Deben ser conscientes del daño que están haciendo a España y a la democracia. De la regeneración de este partido, de que nuevos dirigentes capaces y limpios asuman su control y, cuando las urnas se lo den, el de España, depende la calidad de vida, el bienestar y el futuro de nuestra sociedad.

Un dirigente sensato sabe cuándo está de más, cuándo sobra, cuándo ha de irse. Rajoy no parece consciente, alguien tiene que decirle al Rey que está desnudo.

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Es propio de estas fechas hacer balance del año. Pero, entreviendo conclusiones poco gratas, opto por emprender una cavilación breve y escrita sobre la noción, más genérica, de cambio o transformación, ese “leitmotiv” recurrente del progresismo contemporáneo cuando medimos cualquier mutación en términos de avance social.

Cuando las jerigonzas se extienden en los ambientes modernos, las habladurías altisonantes no pasan de generar unas algarabías sin sentido. Los hechos repercuten en cada ciudadano, sin guardar relación con lo que se dice. Se consolida una distorsión de graves consecuencias, lejos de ser una rareza, se generaliza en la práctica diaria.

Como la lluvia fina que parece que no, pero cala hasta los huesos: el mensaje es claro, quieren que acabemos pensando que “lo que nos viene encima es irremediable”, que los recortes que van a dar en el Estado del bienestar de aquellos que todavía tienen la suerte de tener una nómina, son absolutamente necesarios.

 
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