Nacido en la ciudad suiza de Ginebra, este importante empresario se convirtió en el fundador e impulsor de una de las organizaciones más grandes y socialmente reconocidas del mundo: Cruz Roja.
Gracias a su obra, tuvo el honor de ser galardonado con el primer Premio Nobel de la Paz, concedido en 1901 y compartido con el político francés Frédéric Passy.
Una vida
Nació el 8 de mayo de 1828 en Ginebra, donde creció en el seno de una familia con gran peso en la sociedad suiza. Debido a la gran inclinación religiosa de la familia Dunant, el joven ginebrino estuvo siempre en contacto con enfermos e interiorizó desde pequeño ideas como la piedad y la compasión. Puede que todo este ambiente influyera en el hecho de que participara de forma activa en la vida de varias organizaciones de carácter religioso.
A los 24 años de edad, Dunant abandonó sus estudios en el Collège Calvin y comenzó a trabajar para la firma cambiaria Lillin und Sautter. Desde este momento, da comienzo su actividad como hombre de negocios que, finalmente, lo perdería todo. Muy pronto, el joven Dunant demostraría ser hábil en el mundo del comercio y los negocios. Así, tan solo tres años después de su primer viaje por Sicilia, Argelia y Túnez, obtuvo la concesión de tierras y permisos de explotación de maíz, lo que le sirve para fundar su propia compañía.
No obstante, los problemas relacionados con el agua fueron constantes y lo llevaron a buscar una audiencia personal con el emperador francés Napoleón III, que en 1859 se encontraba en el norte de Italia, librando una guerra entre Francia, Austria y Piamonte. Fue allí donde presenció los horrores de la guerra y decidió llevar a cabo una de sus mayores obras: la fundación de la organización internacional Cruz Roja.
Jean Henri Dunant murió solo, lejos de su tierra, en una residencia francesa el 30 de octubre de 1910. Después de haber llevado a cabo una de las labores humanitarias mejor vistas y reconocidas en todo el mundo.
Una obra
Aunque es más conocido por su obra humanitaria como fundador de Cruz Roja y el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), Dunant fue un hombre activo desde su juventud: fue miembro de diversas asociaciones cristianas dentro del período conocido como “Réveil” (Despertar) y, aunque es menos conocida su faceta como autor, escribió obras como “Relato de la Regencia en Túnez” (1958) y el celebérrimo “Un recuerdo de Solferino” (1862).
Fue este último título el que el empresario y filántropo ginebrino haría circular entre muchos de los grandes hombres y mujeres de la época, que pudieron ser partícipes del terror y el sufrimiento producidos por la guerra.
De este modo, en 186 consiguió que, junto al general del ejército suizo Henri Dufour, el jurista Gustave Moynier, y los médicos Louis Appia y Théodore Maunoir, se celebrara la reunión de la que nacería el CICR. Sin embargo, las discrepancias con Moynier lo llevaron a perder su posición en la organización y a abandonar Suiza para siempre.
Entre sus logros se encuentra el hecho de que doce naciones suscribieran la I Convención de Ginebra por la que se establecía el mejoramiento de la suerte que corrían los militares heridos en los ejércitos de campaña, y a la que seguirían otras tres convenciones y protocolos en la misma línea.
Pero, sin duda, el gran colofón a su excepcional obra fue el ser galardonado con el primerPremio Nobel de la Paz en 1901, tras ser rescatada su memoria y obra por los periodistas Georg Baumberger y Rudolf Müller, frente al conjunto del CICR. Y aunque no fue el único reconocimiento a su obra, ya que recibió otros como el Premio Binet-Fendt y un doctorado honorífico en la Universidad de Heidelberg, el pobre Dunant no pudo casi disfrutarlos, ya que murió poco después entre ataques de miedo provocados por su paranoia.
Por su magnífica labor y su increíble contribución a la humanidad, el día 8 de mayo Cruz Roja celebra su día internacional, coincidiendo con el del nacimiento de tan ilustre y generoso personaje.
|