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Acoso adolescente

Nos encontramos en la cultura del acoso, a veces, la única salida que tienen las víctimas es el suicidio
Octavi Pereña
lunes, 28 de noviembre de 2022, 09:43 h (CET)

Josep Pedrerol refiriéndose al suicidio de Izan debido al acoso a que se vio sometido, escribe: “Los profesores y los centros educativos son conscientes del problema y hacen todo lo posible para que nadie se sienta discriminado, pero no resulta fácil. La maldad es una cosa intrínseca en algunos individuos y se manifiesta de la peor manera desde muy temprano. ¿Y los padres? ¿Realmente son conscientes del problema? Sólo se necesita ir a ver un partido de futbol de chavales para darse cuenta del comportamiento de algunos de ellos que insultan como si nada y dan un ejemplo vergonzoso a sus hijos. No busquemos culpables demasiado lejos. El problema también se encuentra en casa y, por tanto la solución también debería encontrarse en el hogar. 


Denunciemos el acoso como lo ha hecho el hermano de Izan, no dejemos pasar el abuso y la persecución al de al lado. No pensemos que eso no nos afecta, que es un problema de los otros, que no va con nosotros. Tal vez esté más cerca de lo que nos imaginamos. Y quizás entonces será demasiado tarde. Estemos atentos”.


Este texto da para mucho para pensar seriamente en el problema del acoso. Contiene dos cuestiones que son básicas para entender el acoso infantil y adolescente y, por tanto frenarlo. “La maldad es una cosa intrínseca en algunos individuos y se manifiesta de la peor manera y desde muy pronto. ¿Y los padres?” Se equivoca Pedrerol cuando escribe: “la maldad es intrínseca en algunos individuos”. La maldad no excluye a nadie. Por el mero hecho de ser descendencia de Adán todos sin excepción nacemos pecadores y el pecado es lo que nos hace comportar en diversos grados de perversidad. Por la gracia de Dios no desarrollamos todo el mal que potencialmente podemos llegar a cometer. Si Dios no pusiese bridas en nuestras bocas como se hace con los caballos para que obedezcan y sean conducidos allí donde el amo quiere ir, lo que hoy es la antesala del infierno el mundo se convertiría en el infierno real con todos sus horrores.


Cuando nace un niño se acostumbra a decir: ¡Qué majo es, si se parece a un angelito! El comentario no se ajusta a la realidad. El rey David hace un resumen de su vida en el Salmo 51 lo cual nos ayuda a entender cómo es posible que el angelito que se supone es el recién  nacido se transforme en un diablo. “He aquí en maldad he sido formado, y en pecado me concibió mi madre” (v. 5). El angelito que la madre de David consideraba que era su hijo, cuando éste se convierte en adulto le pide a Dios: “Líbrame de homicidios, oh Dios, de mi salvación” (v. 14).


El acoso puede considerarse la primera manifestación social del bebé que poco a poco va abandonado el concepto de angelito que se tenía de él para dar paso al diablo que había en él desde su concepción. “El hacer la maldad es como una diversión al insensato” (Proverbios 10: 23). Los niños y adolescentes son muy crueles con sus compañeros que por diversas causas no les caen bien. “No atentarás contra la vida de tu prójimo, dice el Señor” (Levítico 19: 45),


“¿Y los padres?” se pregunta Josep Pedrerol. ”¿Realmente son conscientes del problema? Sólo se necesita ir a ver un partido de futbol de chavales para darse cuenta que el comportamiento de algunos de ellos que insultan como si nada y dan un ejemplo vergonzoso a sus hijos”. ¿Qué ejemplo educador dan estos padres? Cierto que no todos se comportan como bellacos en los estadios blasfemando el Nombre de Dios, denigrando el  buen nombre de las madres de árbitros y de jugadores y vociferando contra jugadores de otro color o etnia. Estos padres que en público se comportan como rufianes, ¿cómo se comportan en la privacidad del hogar? No todos los padres son unos mal educados. Muchos son educados, sensatos, que comparten con sus hijos principios éticos. Es de loar que se comporten así. Pero el acoso infantil y adolescente va mucho más allá de la ética para combatir este nefasto comportamiento del que se hacen eco los medios informativos.


Tendría que hacernos pensar la declaración del rey David: “He aquí, en maldad he sido formado y en pecado me concibió mi madre”. Hoy no se oye la palabra “pecado”. Se la considera propia de una pasada época supersticiosa. En un periodo de avance tecnológico que nos permite adentrarnos en las profundidades siderales para explorar los inalcanzables confines del universo, sólo los ignorantes creen en el pecado.


La ética que enseña cómo debe comportarse el ser humano se asemeja a los Diez Mandamientos de la Ley de Dos que enseñan. “Hazlos y vivirás”. No existe ninguna persona capaz de cumplir las exigencias de la Ley de Dios. Por tanto nuestro destino es la muerte. El propósito de la Ley de Dios es hacer resaltar el pecado y, como dice el apóstol Pablo “la Ley es nuestro guía que nos lleva a Cristo y por la fe en su Nombre nos declara justos.” (Gálatas 3: 14). En Jesús Dios nos ve como si no hubiésemos pecado nunca. La fe en Jesús nos convierte en criaturas nuevas que andan en novedad de vida. Las cosas antiguas, entre otras el acoso infantil y adolescente que tanto daño causa se convierte en amor el amor de Dios que busca el bien de las personas que no nos caen  bien.


Los niños no nacen amando a sus compañeros que son distintos. La crueldad infantil empieza a manifestarse en muy temprana edad. Desde la tierna infancia los niños necesitan que se les instruya en los caminos de Dios, esta es la responsabilidad que los padres no pueden delegar en nadie. Como me imagino que el lector de este escrito no es un padre o madre verdaderamente cristiano, si está preocupado por la educación de sus hijos le sugiero que le pida al Señor que le ayude en su incredulidad. Sus hijos se lo agradecerán.

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