La verdad es que en esta España nuestra, cada día nos estamos acostumbrando a amanecer con sobresaltos ya sea de orden económico, político o social en sus diversas manifestaciones. Cuando todavía no habíamos digerido las regañinas, los consejos y los reproches del profesor Tamames al presidente de gobierno y a todos los parlamentarios, durante la parodia de moción de censura que protagonizaron sus señorías en el templo de la democracia, la Directora de la Guardia Civil, María Gámez, anunció sorpresivamente su dimisión acompañada de cuatro generales, cuya presencia no deja de ser una inexplicable anomalía ante una decisión personal y exclusivamente política.
María Gámez y yo, asumimos en nuestra calidad de Subdelegados del Gobierno durante los mandatos de Mariano Rajoy y Pedro Sánchez la responsabilidad de la jefatura política de la Comandancia de la Guardia Civil de Málaga, por lo que no es mi propósito enjuiciar su labor al frente de tan querida institución. Creo que es una cuestión de fairplay, en la medida que hemos tenido el privilegio de conocer e incluso aprender de la profesionalidad y los sacrificios de guardias y mandos de esa Comandancia, para desempeñar su ingente y meritoria labor.
Es por eso que cuando te has sentido tan cerca de la Guardia Civil y has compartido con ellos tantas vivencias, acusas con más dolor y preocupación que otros, el deterioro que se produce en la imagen y prestigio de la institución. Cuando creíamos que con la detención y condena del socialista Luis Roldán se había superado una de las etapas más vergonzantes de un responsable político al frente de la Dirección General de la Guardia Civil, treinta años después, el Instituto se ve convulsionado por la dimisión de su Directora General, que, según declaró, lo hacía por razones derivadas de una supuesta implicación de su marido en la corrupción socialista de los ERES en Andalucía,
La lamentable realidad es que una vez más, la Guardia Civil se ve zarandeada interna y externamente por la corrupción de políticos socialistas y también por la de algunos de sus mandos presuntamente implicados en una trama fraudulenta y corrupta. Por cierto, conviene saber que es el propio Cuerpo quien depura a sus corruptos a diferencia de los partidos políticos. Pero lo que causa estupor y disgusto dentro de la propia Guardia Civil, es la desigualdad de trato con la trama pornopolítica que el diputado socialista Juan Bernardo Fuentes gestionaba en los despachos del Congreso de los Diputados y que todavía no ha dado lugar a ninguna actuación judicial, a diferencia del General Espinosa que hoy permanece en prisión. ¿Cómo va a confiar la Benemérita en dos Ministros como el de Interior y la de Defensa que permiten ese trato desigual a uno de los Cuerpos más relevantes de la seguridad del Estado? ¿Son los despachos del Congreso inmunes a la corrupción a diferencia de los de la Guardia Civil?¿Dónde está el núcleo de la trama que el Gobierno pretende ocultar sembrando la duda y sospechas sobre la honorabilidad de un Cuerpo tan querido por los españoles?
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