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Carta abierta al Vaticano | |||
Se podrían redactar varios volúmenes con el bien que hizo España mientras gobernó sus tierras allende los mares | |||
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Que quede constancia que soy cristiano católico apostólico y romano, pero, a pesar de ello, hay cosas de esta mi Iglesia que si no se tratase de asuntos serios y de transcendencia sería para tomárselos a humo de pajas o a chacota, pues sería conveniente y necesario que alguien explicase qué se consigue con este revisionismo histórico, quién lo promueve y qué se consigue con ello. El cui prodest de Cicerón, a quién aprovecha.
Es un anacronismo fútil e innecesario que no conduce a nada, como mucho a sembrar desavenencias y discordias, pretender juzgar hechos históricos ocurridos hace mil o quinientos años con la mentalidad y las leyes del presente.
¿Acaso se pretende revivir la Historia, reescribirla? En ambos casos, dado que sea así, nada se consigue con ello, pues no podemos modificar ni deshacer lo hecho.
En los Evangelios se narra que los sacerdotes fueron a quejarse a Pilatos porque el motivo que se había puesto en la cruz de Jesús, como causa de su muerte, fue Jesús Nazareno Rey de los Judíos (INRI), y ellos no tenían rey. Lacónicamente respondió Pilatos: “Quod fit factum est” (lo que se hizo, hecho está). Lo mismo podemos decir de la Historia. No podemos modificar nada de lo realizado por los humanos, no lo podemos modificar, a lo sumo, estudiarlo y sacar las enseñanzas oportunas para que, si es bueno, repetirlo, y, si es perverso, no volverlo a hacer.
Aunque me repita, hoy que en muchos países hay leyes que protegen los derechos de los animales, ¿vamos a juzgar con nuestra mentalidad lo que se hizo hace quinientos años? Creo que no tenemos derecho a ello. La Historia, al igual que el ser humano, único factor y motor de esta, tiene sus momentos de luz y de oscuridad. Solo podemos aceptarlos y sacar las enseñanzas que ambos nos proporcionan. Lo pasado, pasado está. Cada momento histórico tiene sus razones y motivos que sólo los conocen quienes los llevan a cabo.
La causa de este exordio es que el Vaticano, abomina, reniega y repudia la “Doctrina del descubrimiento” que amparó desde el siglo XV la colonización de América y África y desprecia los “muchos actos de maldad” cometidos también por cristianos contra los indígenas. Me parece muy bien que diga los cristianos, porque en ellos deberemos de incluir a los protestantes y los de tantas y tantas sectas religiosas cristianas, veremos a ver qué dicen ellos si prestan atención a lo dicho por el Vaticano.
No podemos negar que existieron hechos reprobables aún para los cristianos de entonces, pero fueron denunciados y condenados. ¿Qué entidad o institución no tiene un muerto o más en su armario?
Pero, aunque no pretenda emplear el “y tú más”, pues llenaríamos varios volúmenes con las atrocidades cometidas por la Iglesia en nombre del Dios del Amor, sí podremos acordarnos de las Cruzadas, de la Inquisición de Centro Europa que fue mucho más cruel y sanguinaria que ninguna otra de las practicadas por cristianos. También podremos recordar a Savonarola, a Galileo que estuvo a punto de ser excomulgado o algo más grave, si no reniega de su heliocentrismo, teoría que después fue confirmad como verdadera. No continuaré, no acabaría. Tendríamos que escribir mucho para señalar todas las torpezas cometidas por la Iglesia, sin mencionar a los malos papas, que los hubo, los papas guerreros, como Julio II, los mujeriegos, como Alejandro VI, por cierto español, y tantos crápulas como han empuñado el timón de la barca de Pedro.
Para Aristóteles la justicia distributiva es la igualdad entre los iguales. Ulpiano decía que la justicia es la constante y perpetua voluntad de dar a cada uno su propio derecho. Añadimos: lo que le corresponde.
Por ello, no soy chovinista ni nada que se parezca, intentaré exponer brevemente lo que fue la civilización, que no colonización, hispana en las tierras allende los mares.
Por ello es a todo punto necesario que nos preguntemos:
¿Qué encontraron los hispanos en las nuevas tierras?
Salvo los casos de los mayas, incas y aztecas que constituían respectivos imperios que tenían sojuzgados a otras poblaciones, el resto eran tribus dispersas sin ninguna relación entre ellas salvo la guerra y el comercio, caso de que lo hubiese.
¿Cree alguien que le hubiese sido posible a Hernán Cortés y a su reducido grupo de cuatrocientos soldados, a pesar del terror que sentían los indios ante los caballos y el espanto por los arcabuces y ballestas, conquistar el inmenso imperio azteca si no se le hubiesen unido todas las tribus que éstos tenían sojuzgadas, como los totonacas, los tlaxcaltecas, a los que se unieron centenares de cholultecas, y tantos otros pueblos mesoamericanos? Si no hubiese sido así, los trabajos de Hércules hubieran sido una filfa comparada con la hazaña de nuestro más ilustre medellinense.
Las costumbres bárbaras de estos pueblos eran incompatibles con la civilización europea que llevaban los españoles.
Si estos no hubiesen llegado hubieran seguido con el canibalismo, los sacrificios humanos, la poligamia, la venta de hijas y mujeres, las guerras brutales entre ellos y sus culturas primitivas.
Se creía que las pirámides de calaveras era una exageración de los conquistadores hispanos para denigrar a los pueblos aborígenes. El soldado español Andrés de Tapia, refirió en 1521 que se había encontrado con una torre, denominada Huey Tzompantli, que estaba formada por más de 60.000 cráneos.
La torre de las calaveras de Tenochtitlan sobre la que Hernán Cortes y sus compañeros contaron miles de historias, se consideraba un mito.
Ambas han sido estimadas, hasta ahora, como un infundio. Pues bien, no es tal, ya que el Instituto Nacional de Antropología e Historia de la ciudad de México ha descubierto recientemente una torre cilíndrica formada a partir de más de 650 cráneos y miles de fragmentos de huesos humanos junto al Templo Mayor.
La agencia de información Reuters que es quien da la noticia, ha publicado que dicha torre ha sido encontrada junto a la Catedral Metropolitana de Ciudad de México. Uno de los lugares de culto más importantes del país, tiene seis metros de diámetro y está formada con calaveras de guerreros rivales, pero también de mujeres y niños.
Posiblemente los cristianos, para purificar este lugar de horror y muerte, levantasen allí el templo que hoy se puede contemplar,
Pero nadie habla de la aculturación llevada allí por los hispanos. Desde el primer momento del descubrimiento, la reina Isabel consideró a los aborígenes como ciudadanos de la Corona española, con los mismos derechos y deberes que uno nacido en Córdoba, Cuenca, o Valladolid.
Allí se traspusieron las formas de gobierno e instituciones vigentes en España. El Imperio Azteca fue llamado Virreinato de Nueva España, al igual que el Virreinato de Nápoles, y tantos otros hispanoamericanos. Allí gobernaban los Visorreyes, es decir, los que hacían la función de reyes. Se crearon municipios, con sus regidores, corregidores, al igual que los municipios españoles. La figura jurídica del Juicio de residencia también tuvo allí su asentamiento. No seguiremos, bástenos decir que todas y cada unas de las instituciones hispanas se llevaron a las nuevas tierras pues éstas eran una extensión de España. Con razón el abogado, historiador, escritor, diplomático y político venezolano, Mario Briceño Iragorri dijo: “América es continente de vida municipal y obra de sus cabildos”.
El historiador argentino Ricardo Levene expone en su tesis, condensada en el trabajo “Las indias no eran colonias”, que se denominen con nuevos calificativos a las tierras gobernadas por los hispanos. Tales podrían ser:"provincias, reinos, señoríos, repúblicas (esta última denominación en sentido etimológico).
De optar por alguno, preferiblemente sería el de Virreinatos como fueron denominados extensos territorios que no enumeraremos.
El magnífico y espléndido mestizaje que se produjo no ha tenido lugar en ninguna de las tierras dominadas por colonos (podemos aseverar que los anglosajones y los holandeses sí lo eran). Para los conquistadores del Oeste de las tierras norteamericanas allende nuevo Méjico, el mejor indio era el indio muerto.
El primero que sepamos que inició el cruce de razas con los aborígenes fue Hernán Cortés que, a la que comenzó siendo su intérprete, la india Malinche, la hizo su esposa y tuvo un hijo con ella, Martín Cortés Malintzin.
La ejecutoria hispana durante el tiempo en el que las nuevas tierras estuvieron bajo su dominio es incomparable, hasta tal punto que el resto de los países han procurado denigrarla y desprestigiarla fomentando la Leyenda Negra, iniciada por españoles. El primero fue Antonio Pérez, y hoy a pesar de los siglos transcurridos está tan vigente como el primer día
¿Por qué el Vaticano, en lugar de contribuir a aumentar la Leyenda Negra contra España, labor nada caritativa ni evangélica, no expone el bien que allí se introdujo?
Las universidades que se crearon más de 35[1], muchas de ellas antes que en ciudades hispanas, las catedrales, Colegios Mayores, Edificios civiles…
Las Reducciones del Paraguay fundadas por los jesuitas, siguiendo el modelo que Tomás Moro expuso en su Utopía, fueron un modelo de autosuficiencia y trabajo en comunidad.
Pero quienes primero las iniciaron fueron los franciscanos a quien tanto deben la mayoría de los países que hoy son tales, porque su comienzo fue una reducción.
Como digo, se podrían redactar varios volúmenes con el bien que hizo España mientras gobernó sus tierras allende los mares. No es momento de ello, pero sí de echar un cuarto a espadas para que no se deje de reconocer.
[1]1www. elmunicipio.es › Juventud y Educación |
Con motivo de la catástrofe de la pasada semana, algunos “voceros” (no les puedo llamar informadores) más o menos documentados y bastante tendenciosos, no se han privado de realizar valoraciones y comentarios de todo tipo arrogándose unos conocimientos de los que carecen.
La DANA que afectó recientemente a varias zonas de España, dejó huella en el paisaje y más allá de la devastación, reveló la verdadera esencia de la solidaridad humana. Valencia, una de las áreas más gravemente afectadas, vivió de primera mano la respuesta de miles de personas que, ante la emergencia, dejaron de lado sus propios problemas para ayudar a todos y colaborar en los trabajos de rescate y limpieza.
La industria alimentaria de origen animal es la principal causa de la crisis ecológica y climática, al destruir los océanos y bosques que regulan el clima terrestre y emitir más GEI que el transporte mundial, y el urbanismo descontrolado aumenta los efectos de las inundaciones: transición a dietas vegetales y decrecimiento profundo como medidas urgentes y silenciadas ante el previsto aumento exponencial de catástrofes climáticas.
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