La inflación española, medida por el IPCA (Índice de Precios de Consumo Armonizado) interanual, se situó en junio en el +1,9%, frente al 2,6% del mes anterior. De este modo, España se convierte en el primer país en el que la inflación ha vuelto a un nivel coherente con el objetivo de inflación del BCE. Aunque este descenso de los precios es sin duda una buena noticia, varios factores siguen indicando que la lucha contra la inflación aún no ha terminado.
Mientras que el descenso del IPCA de junio siguió explicándose principalmente por los componentes volátiles, como la energía y los alimentos frescos, la inflación subyacente, que excluye estos componentes volátiles, se ajustó sólo modestamente, reflejando su naturaleza volátil. De hecho, se esperaba que la inflación subyacente fuera del 5,5% interanual y se situó en el 5,9% (frente al 6,1% de mayo). Así pues, cabe plantearse dos preguntas principales: ¿persistirá la rigidez de los precios subyacentes en el segundo semestre del año? ¿Y podría provocar un retorno de la inflación general?
Los fuertes efectos de base a la baja que provocaron el descenso de la inflación general deberían desaparecer ya este verano. Mientras tanto, los principales factores que contribuyen a las presiones subyacentes sobre los precios siguen activos y deberían seguir estándolo en la segunda mitad del año. Por ejemplo, el sector servicios sigue resistiendo, como consecuencia directa de la resistencia de la demanda mundial, que a su vez sigue impulsando una importante demanda de mano de obra.
Además, aunque la encuesta de la Comisión Europea sobre los factores que limitan la producción en el sector servicios sigue señalando un desajuste significativo entre la oferta y la demanda de mano de obra, el crecimiento salarial debería mantenerse mecánicamente por encima de su nivel anterior a la crisis y seguir alimentando la inflación subyacente a través de efectos de segunda ronda.
Como señaló explícitamente Christine Lagarde en la última reunión del BCE, el mercado laboral desempeña un papel clave en la rigidez de la inflación.
Por tanto, se espera que la inflación subyacente española se mantenga muy por encima del objetivo del BCE en el segundo semestre del año y podría incluso retroalimentar la inflación general. Contra todo pronóstico, las cifras preliminares de la inflación alemana ya apuntan a este tipo de dinámica. Como señalaron los banqueros centrales reunidos esta semana en Sintra (Portugal): aún es demasiado pronto para cantar victoria.
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