Que Antonio Piñana Calderón tuviera un ‘Castillete de oro’ era “un acto de justicia”. Así definía el presidente del Festival Internacional del Cante de las Minas, Joaquín Zapata, un reconocimiento que ayer caía en manos del que fue el primer guitarrista oficial de este certamen flamenco, haciendo que “volviera a sus orígenes”, ya que la distinción nació, justamente, para premiar a los representantes más destacados del arte del toque.
Fue en el Salón de Actos de la Casa del Piñón donde se puso en valor la labor de Piñana, “figura clave en la consolidación y desarrollo del Festival”, añadió Zapata, perteneciente a una de las sagas más influyentes del flamenco y de los Cantes de Levante. Con esta distinción se suma a anteriores guitarristas reconocidos con el ‘Castillete de oro’ como Manolo Sanlúcar y Paco de Lucía. “Antonio es una persona que sin cuya aportación a la guitarra, estoy seguro que hoy no se tocaría por Levante como se toca”, añadió el presidente de la Fundación Cante de las Minas.
Piñana, emocionado durante todo el acto, recordó los “momentos mágicos” que le han dado el certamen unionense, en el que acompañó a figuras como Camarón, Enrique Morente o Fosforito; una vinculación con la ciudad minera que le viene de cuna, pues su madre era originaria de esta localidad. El homenajeado mostró con honor el reconocimiento: “Es una distinción que os puedo asegurar que llevaré en mi corazón el resto de mi vida, que espero sea muy larga”, indicó. Arropado por parte de su familia, el patriarca de la saga al toque se consolida como parte de la historia del Cante de las Minas.
“Todo abecedario del flamenco debería comenzar con La Unión”
La saga Piñana estuvo muy presente durante toda la programación de la Agenda Cultural gracias al documental ‘Familia Piñana. Una pasión flamenca’, que presentó su director, Antonio Parra, exdirector del Festival. En sus 45 minutos, la obra audiovisual muestra la historia del padre del galardonado, que compartía mismo nombre y apellido, y que fue el germen de un arte que se ha plasmado en cuatro generaciones: en su hijo Antonio Piñana al toque que, a su vez, plasmó el legado en sus hijos Pepe y Carlos, siendo Curro el que heredó la pasión por el cante, con una nueva generación, su nieto Rafa, que promete perpetuar el legado.
Sirvió para recordar al patriarca, quien “vivió el flamenco como un destino, como una iluminación divina”, señalaba Parra en el documental, por eso “no admitía ningún desvío de lo que consideraba la esencia de los cantes mineros”, perpetuando lo aprendido de ‘Rojo el Alpargatero’ gracias a su amistad con Antonio Grau. “Se le consideró el guardián de los cantes mineros, al igual que Mairena lo era de los andaluces”, indicaba Parra.
El acto contó con la presencia del filósofo Francisco Jarauta, una eminencia que dejó cargado de titulares su intervención. No dudó en afirmar que “todo abecedario del flamenco debería comenzar por La Unión”, un flamenco que “ha hecho los mejores recorridos, atravesando todo ese mapa profundo del sentimiento humano”. “La música ha nacido para acompañar el largo viaje de la vida; nos protege y nos hace vivir con la intensidad que nuestros sentimientos exigen”, destacó, animando a “tener voz propia” dentro de este género.
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