Los acontecimientos actuales me han hecho recordar aquél chiste en el que un niño no había hablado hasta los cuatro años. Un día, cuando le destetaron, comenzó a hablar pidiendo pan con aceite. Justificó su silencio diciendo que mientras había tenido teta no había necesitado hablar para solicitar comida.
Con motivo del folión del señor Rubiales ha sucedido lo mismo, de pronto, se han comenzado a verter declaraciones de todos los estamentos políticos, deportivos y damnificados en general, que hasta ahora habían permanecido mudos, denunciando los miles de atropellos cometidos por un futbolista que nunca había soñado aspirar a ese cargo y cuya capacidad para detentarlo es nula. Me ha recordado a aquellos que durante la transición esgrimieron sus ideas “revolucionarias” de toda la vida, mientras habían estado cómodamente instalados en los tiempos de la oprobiosa. Es muy fácil apuntarse a caballo ganador o comenzar a lapidar a aquel que se ha equivocado. Lo importante es manifestarse siempre. Pero solo cuando conviene y hay viento a favor. La buena noticia de hoy se basa en la cantidad de personas que han recobrado el habla o visto la luz en estos días. Algunos de ellos deberían continuar callados por aquello de “la viga en el propio”. Me gustaría que esta buena noticia se ampliara con la defenestración de tanto presidente de club, agente de deportistas, familiar de futbolista cotizado y mangantes en general (de cuello blanco y de mono de trabajo) que pululan alrededor del deporte en el que apenas tienen opinión los propios deportistas. Hay mucho dinero en todo este mundo. Dinero, poder y prestigio. Pero al final los que sufren son los curritos. En este caso unas futbolistas extraordinarias a las que antes se les habían obligado a permanecer calladas y que ahora les están haciendo cantar “la Traviata”.
|