A casi dos siglos del bloqueo francés, luego devenido en anglo francés, el río Paraná sigue atrayendo conflictos extranjeros a la región.
La historia real de la Cuenca del Plata demuestra que los ríos han sido la riqueza que causa su pobreza, como en muchas regiones del mundo la pobreza del hombre resulta de la riqueza de la tierra que habita.
Hace 185 años, Francia, envidiosa de las ganancias que obtenía el comercio inglés con Buenos Aires, decidió establecer un bloqueo que afectó a ese soberbio puerto. La medida tuvo consecuencias políticas, pues se radicalizó la guerra civil argentina. El bloqueo duró dos años, y aunque golpeó a la economía porteña, no doblegó la determinación de Rosas que siguió limitando la navegación del Paraná e intervino en Uruguay.
Aunque mucho se habló de Rosas como encarnación de la barbarie ingénita de todo dictador sudamericano, interesaba mucho más a Francia e Inglaterra obligar a la Argentina y al Uruguay a reconocer a sus ríos interiores como no sujetos a su soberanía y permitirles comerciar libremente a través de estos ríos.
La historia llega hasta el día de hoy, pues como en 1845 se presenta un conflicto entre Argentina y Uruguay como una agresión anglo-francesa en el Paraná, intereses extranjeros a la región presentan sus disputas en el presente como un conflicto entre Argentina y Paraguay.
Pero como siempre, la mentira tiene patas cortas, y como lo dijo Chesterton, quien inventa una mentira siempre necesitará un centenar más para justificar la primera.
Durante el auge neoliberal de la década 1990-2000 Argentina pagó su monstruosa deuda externa entregando la gestión del Río Paraná a empresas extranjeras a la región. Se sabe que hoy gran parte de Brasil (Matto Grosso y otras regiones) necesita de la hidrovía Paraguay- Paraná para emerger. Paraguay, por su parte, ha concretado acuerdos con Estados Unidos para su tramo de la hidrovía Paraguay-Paraná.
De 153 empresas bajo bandera paraguaya que operan en la hidrovía, 147 son extranjeras y en la nómina aparecen conocidas multinacionales como Cargill y Dreyfus. Las mismas también aparecen entre las empresas de capital extranjero a la región que manejan 16 de las 21 terminales portuarias que controlan el comercio en el Paraná. Todo esto sin entrar a considerar anteriores fracasos de los expertos que hoy se dedican al dragado de la hidrovía Paraguay- Paraná en diferentes tramos, y las barcazas obsoletas desechadas en otras latitudes que hoy suben y bajan el Paraná.
Lo real y palpable es que en la Cuenca del Plata reina soberano el capital extranjero a la región, a pesar de los discursos políticos que se reiteran en Argentina cada 20 de noviembre. Y que la maltrecha integración regional, es más que nunca necesaria por encima de esos argumentos pequeños de patrias pequeñas. LAW
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