Si Israel garantizara impunidad a la gente con problemas ante la justicia norteamericana, Golda Meir no hubiera entregado al mafioso judío Meyer Lansky a EEUU. Pero esa historia como tantas más, es ignorada por la diplomacia paraguaya, que ante sus desencuentros con el departamento del Tesoro y el departamento de estado norteamericano, decidió trasladar la embajada paraguaya a Jerusalén.
Cualquier aspirante a diplomático sabe que Jerusalén ocupa una zona de Cisjordania, de acuerdo al derecho internacional ilegalmente ocupada por Israel desde 1967.
La decisión puede tener consecuencias insospechadas, si repasamos la historia reciente de enfrentamiento de narrativas autistas.
A más de once millones de españoles, en marzo de 2004, le interesaba más su propia seguridad que la disputa entre Bush y los musulmanes radicales. Pero se produjo un atentado tres días antes de unas elecciones que según las mediciones, ganaría cómodamente el Partido Popular, que postulaba al delfín de Aznar, Mariano Rajoy.
El atentado, una explosión en la terminal madrileña de Atocha, fue fatídico para el partido gobernante, ya que Rajoy perdió las elecciones a pesar que las mediciones pocos días antes vaticinaban su holgada victoria.
Evidentemente, los españoles se indignaron más fuertemente con las malas decisiones de su gobierno que con Al Qaeda (sindicados como autores del atentado) y votaron al PSOE en repudio a la controvertida alianza entre José María Aznar, George W. Bush y Tony Blair.
Como una caja de Pandora inagotable, desde 1918 la situación no hace más que empeorar, y aunque en aquel tiempo lo vislumbró Lawrence de Arabia, al parecer muy pocos diplomáticos leyeron sus pilares de la sabiduría.
Los planes colonialistas de Versalles y la obsesión por dibujar mapas antojadizos, llevaron a Francia a desplegar ochenta mil soldados franceses y obligar a Faysal a exiliarse, quedando Siria en manos francesas. El dominio francés incluyó al Líbano, pero más fragmentaciones siguieron.
Francia intentó llevar a cabo una planificada disgregación, pero la resistencia de los nativos fue tan grande que finalmente debieron ceder y Siria se mantuvo unificada.
En la zona británica, las vilayets (provincias) otomanas de Mosul, Bagdad y Basora se unieron para formar una entidad nueva llamada Irak, bajo mandato británico, donde volvió a establecerse un trono para Faysal.
Palestina también quedó en manos de los ingleses, que tendieron un puente con Iraq a través del corredor que denominaron Transjordania, luego Jordania, donde reinó por disposición de ellos el rey Abd Allah.
Tanta frontera artificial no presagiaba futuro promisorio alguno, y desde hace bastante tiempo los resultados saltan a la vista.
Si bien un conflicto antiguo genera inexorablemente intereses creados que tienden a prolongarlo, las naciones podrían empezar por ejercitar una diplomacia propia en lugar de seguir ciegamente a potencias ante las cuales les han hecho sentirse minipreciados.
Pongamos que hablo de consulados en la Franja de Gaza y embajadas en Jerusalén. LAW
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