Emilia Martín Fierro (Tenerife, 1965), presenta su obra más reciente “In-Beetwenness”, que expone en LnS Gallery, Miami, Estados Unidos. La muestra fue inaugurada el pasado 2 de diciembre y la componen 6 piezas de gran y mediano formato sobre conceptos como desplazamiento, territorio, frontera e hibridación. En ellas la autora trata de fisurar nociones y dicotomías asumidas, resaltando, en varios sentidos, lo que se encuentra “entre” dos aspectos, lo que se halla “a punto de” ser otra cosa, lo que está “al borde”. La exposición ha ocupado, además, la portada del apartado de Artes y Letras de El Nuevo Herald Miami del 3 de diciembre de 2023 con un artículo de Jorge Brioso (La Habana, 1965), ensayista y profesor de Carleton College, Minnesota.
Emilia Martín Fierro construye sus obras pictóricas a través de referencias e imágenes metafóricas con las que abordar otros temas, otras cuestiones, otras singularidades. Un pulso vital constante en el que la autora afirma que el arte convida a establecer relaciones entre los objetos de manera alternativa a las ya establecidas, generando así cierto desarraigo ante lo consensuado, predisponiendo al observador a una nueva mirada de la realidad.
En esta nueva serie Martín Fierro mezcla en cada pieza la fotografía con la pintura, las trabaja por capas de lienzos y pliegues, mezcla opacidades y transparencias, superpone tejidos a modo de telones de un teatro y deja ver el bastidor, la estructura del cuadro y su lenguaje de escenificación.
Yuxtapone fotografía y pintura y retira capas de telas como si excavara en el cuadro, o crea pliegues entre los lienzos, y de esta forma la artista crea espacios hibridados, con interferencias, sin definir, “fuera de foco”, como las llama Jorge Brioso en su texto del catálogo de la muestra. Estos espacios son metáforas del “borde”, una idea muy presente en todo su trabajo, entendiendo por “borde” ese lugar de tránsito en el que las cosas aún no han dejado de ser algo, pero aún no son otra cosa.
Con la intención de producir desplazamientos de sentido y ambigüedades, a Martín Fierro le interesa utilizar la doble capacidad de la fotografía para, por una parte hacer referencia a algo real, y por otra ser materia en sí misma, sea cual sea el material impreso. Con la pintura hace lo mismo, usarla como registro de un suceso o de un terreno, no solo como ficción de la realidad: además de hibridarla con la fotografía, pinta con los pozos de óleo que se depositan en los recipientes, y estos grandes lienzos matéricos los expone en un descampado para que recojan las impresiones de la lluvia, el aire o sufran la intervención del tiempo, convirtiéndose en registro. Este interés pictórico por poner las cosas en su propio borde, ponerlas en tránsito, evoca un rasgo vinculado a la existencia: estar “en tránsito”, en transformación, condición de la vida ocurriendo y reclama esa misma movilidad intrínseca a la existencia, también para los conceptos. Evoca la distancia que se llega a establecer entre el concepto, como símbolo preestablecido convencional, y la experiencia del sujeto, como catarsis del ser que habita el medio, el territorio.
Sus referencias a la idea de “frontera” son constantes, aunque no explícitas, y al conversar con ella hace alusión al pensamiento sobre la frontera de Gloria Anzaldúa en “Borderlands/La Frontera: The New Mestiza”, interés que tiene que ver, sin duda, con la condición de las Islas Canarias, su tierra natal, como receptora en los flujos migratorios desde la vecina África.
Así, entre las imágenes que Martín Fierro superpone en cada una de estas obras podemos vislumbrar, (pues siempre se trata de entrever), esas orillas del mar, las costas y playas a las que llegan personas vecinas cruzando el océano; o también fotos de algunos invernaderos, que son lugares donde a menudo se trabaja transitoriamente; o solares miamenses de barrios afectados por la gentrificación, en transformación; o puertos marítimos en obras, ganando terreno al mar, modificando, transformando la costa; o máquinas limpiando la arena de las playas, borrando las líneas del mar y generando otras huellas.
Esa costa, esas líneas del mapa o las que el mar ha dejado con sal en la arena, esa frontera experimentada en la brazada de un ser humano migrando en busca de la luz, se encumbra en un suceso, en un momento, en un instante, en un intento de constatar que aún es posible la vida, y esa línea de la frontera la percibimos dinámica e indefinida, debido al comportamiento del mar en el borde, con desplazamientos en la zona húmeda, agua y arena a la vez.
En “In-betweenness” la obra de Emilia Martín Fierro, de rotunda potencia visual, nos habla de la diferencia entre la vida, (ocurriendo, en tránsito, difusa, yuxtapuesta, en simultaneidad e hibridada), y los conceptos (estáticos, fijos, definidos, planos, singulares y separados). Genera espacios para lo que se encuentra en medio, indecible, entre dos cosas, en un intersticio, y en algunas piezas resalta estos espacios intermedios poniéndolos entre paréntesis de aspecto graffitero. Propone un proceso que no tiene un comienzo definido, sino una dinámica de continuidad y de ámbitos conectados, de transversalidad, un proceso que mantiene un diálogo abierto, en continua evolución.
En definitiva, Emilia Martín Fierro, en “In-betweenness” construye, a partir de imágenes referenciales, una nueva perspectiva en la que el público puede dialogar con las obras en otro lenguaje, en otro idioma: diluyéndose, hibridándose y desactivándose para retornar y re-presentarse.
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