¡El cielo se nos cae encima! La fatal premonición que se repetía una y otra vez en las entrañables aventuras de Astérix ha terminado por materializarse esta noche en el Stade de France. Y más que por Tutatis, Francia ha de encontrar explicación a la debacle en su incapacidad de materializar las ocasiones, las manos de oro de Rui Patrício y la triple dosis mortal de confianza al verse favorito, en casa y sin la estrella rival enfrente.
El nuevo ‘maracanazo’ suena a fado, y todo un país celebra su primera victoria internacional tras un campeonato trabado donde solo el espíritu guerrero de los de Santos explica el nuevo milagro del universo deporte. Éderzito António Macedo Lopes y el minuto 109 son ya historia sagrada del fútbol. Portugal se ha marcado un Grecia-2004 doce años después, desquiciando a los anfitriones y trayendo de nuevo a escena ese fútbol de trincheras que España había jubilado temporalmente los últimos años. Guste más o menos, se ve que así también vale.
No ha sido esta una Eurocopa para guardar en vídeo. Partidos sufridos, tácticamente aburridos, carentes de magia y donde cualquier gol se vestía de decisivo ante la falta de remate general. Tampoco la final se salió del guión habitual. Ramalazos intermitentes de emoción que animaban largos momentos de pasividad entre quienes pensaban en el ‘ya llegará’ y los que se contentaban con el ‘de momento no llega’.
También sin CR7
Cuando Cristiano Ronaldo volvía a tirarse al césped en el minuto 23 lo esperado parecía todavía más evidente. La lesión del líder deportivo y espiritual portugués, tras un choque rodilla contra rodilla con Payet, era un mazazo terrible para los hoy locales. Las lágrimas del de Madeira recordaron de inmediato a la decepción vivida en la última final en Lisboa y pusieron el momento emotivo de la noche. Más afín o menos al goleador luso, nadie que ame el fútbol disfrutó con esa retirada forzosa.
Pero a Fernando Santos, que tiene muy claro a qué ha venido, la pizarra le sale casi con cualquiera. Entró Quaresma, Nani se movió al centro, y en realidad nada pareció cambiar en Saint Denis. Francia lo vio hecho. Incluso el público galo, que apenas cedía una esquinita a la bancada rival, se disolvió en sus ánimos y por arte de magia pasó del estadio al teatro. Ahí empezó la proeza portuguesa, en unos aficionados incansables que dominaron el duelo de cánticos de manera abrumadora. Si ellos podían, ¿por qué no los once de corto?
Griezmann la había tenido de cabeza a los diez minutos, en la primera estirada de Rui Patrício, pero el pulmón francés esta noche fue un imparable Sissoko. Más en forma que el resto de sus compañeros juntos, el del Newcastle se atrevía hasta con regates de fantasía dentro del área que solo una mayor precisión en el tiro dejaron sin recompensa.
De Gignac a Éder en quince minutos
Los minutos se agotaban sin peaje alguno, y ya en la segunda Deschamps movió ficha. La salida de Coman oxigenó el ataque galo y fue una pesadilla para la zaga portuguesa. En combinación con Griezmann (de nuevo oportunidad clarísima de cabeza, no fue la noche del atlético) o Giroud (remate desde dentro del área), el parisino reactivó a sus compañeros, pero siempre en jugadas aisladas que no ahogaban la pizarra rival. Incluso Nani pudo sorprender a Lloris en el ochenta con un centro envenenado que por poco no adelantó el desenlace.
Volvía la bestia Sissoko a intentarlo desde lejos, pero fue Gignac con el tiempo extinguido el que se zafó de Pepe en media baldosa para estrellar en el palo derecho las ilusiones francesas. Ahí estuvo el campeonato para los anfitriones.
Quizás el día extra de descanso, quizás las mayores ganas de victoria, pero los portugueses hicieron suya la prórroga. Tras un intercambio de tarjetas, habitual cuando el cansancio domina, Guerreiro avisó con tiro libre al larguero de que la ofensiva final estaba en marcha. ‘¡Às armas!, ¡ às armas!’. A las armas y al pie de Eder, que en la mejor jugada de su carrera deportiva dejó a Koscielny besando el verde y a Umtiti, reciente adquisición blaugrana, como primer espectador del tiro definitivo.
Explotaron las gradas y el banquillo ibéricos. Los franceses pasaron de fríos a congelados, con esa cierta indiferencia tan gala que solo ellos son capaces de transmitir. París era portugués, Europa es portuguesa. El duelo de vecinos del campeón se lo ha llevado el que nos toca más de cerca.
No han sido el mejor equipo. Ni de lejos. No tienen los mejores jugadores. Y su estrategia es tan simple como frustrante para el espectador. Solo han ganado un partido en los noventa minutos y fueron terceros en uno de los grupos más débiles. Pero son campeones. Campeones con letras de oro y su alegría es la de los sueños imposibles que este deporte es tan dado a conceder. Seguramente nadie recuerde esta Eurocopa como un hito del balompié. Pero nadie olvidará a Islandia, a Gales o a esta Portugal, que defenderá con el mismo orgullo que ha mostrado en suelo galo el honor europeo (junto a Alemania) en la próxima Confederaciones en Rusia. Parabéns irmãos. Que la alegría sea tan sonora y persistente como las decenas y decenas de cláxones que se escucharon por las calles de París para celebrar un triunfo histórico. Como dirían los irreductibles de la Galia, ¡están locos estos portugueses!
FICHA TÉCNICA.
--RESULTADO: PORTUGAL, 1 - FRANCIA, 0 (0-0, al descanso y al término de los 90 minutos).
--ALINEACIONES.
PORTUGAL: Rui Patricio; Cedric, Pepe, José Fonte, Guerreiro; Renato Sanches (Eder, min.79), William Carvalho, Adrien Silva (Moutinho, min.66), Joao Mario; Nani y Cristiano (Quaresma, min.25).
FRANCIA: Lloris; Sagna, Umtiti, Koscielny, Evra; Matuidi, Sissoko (Martial, min.110), Pogba; Griezmann, Giroud (Gignac, min.78) y Payet (Coman, min.58).
--GOL:
1 - 0, min.109, Eder.
--ÁRBITRO: Mark Clattenburg (ING). Amonestó a Cedric (min.34), Joao Mario (min.62), Guerreiro (min.95), William Carvalho (min.98) y Rui Patricio (min.120) por parte de Portugal. Y a Umtiti (min.80), Matuidi (min.97), Koscielny (min.107) y Pogba (min.115) en Francia.
--ESTADIO: Saint-Denis.
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