El Banco Central Europeo acaba de anunciar en un comunicado que va a modificar el marco operativo con el que lleva a cabo la política monetaria. Aunque, en realidad, no modifica casi nada porque mantiene lo esencial: frenos a la actividad económica para favorecer el aumento de los beneficios empresariales sin intervenir sobre las auténticas causas de la inflación, y el generoso regalo que viene haciendo a la banca al retribuir sus depósitos.
Como hasta ahora, el BCE sólo se fijará en el objetivo de estabilidad en los precios, porque así lo impone la sinrazón de su Estatuto, y en facilitar la transición hacia una economía verde (aunque de forma muy tímida). A diferencia de lo que ocurre en Estados Unidos con la Reserva Federal, aquí no importa que la política monetaria del Banco Central Europeo desaliente el empleo y el crecimiento de la actividad económica. Luego nos extrañamos de que nuestra economía vaya peor.
¿Por qué decimos que el BCE regala el dinero a la banca europea? Es muy fácil de entender. Establece una retribución del 4% al dinero que le depositan los bancos, mientras permite que estos apenas retribuyan a los depósitos de sus clientes. En el caso de los bancos españoles este regalo es aún más exagerado porque los nuestros son los que mantienen una diferencia mayor entre lo que pagan por los depósitos y lo que cobran por conceder créditos.
Como han puesto de relieve Carlos Arenillas y Jorge Pérez en un artículo reciente, los seis bancos cotizados españoles recibieron en 2023 un total de 7.320 millones de euros por sus depósitos en el BCE, lo que supone la cuarta parte del margen financiero y la mitad del beneficio de su negocio en España, y cinco veces más de media que lo pagado por el impuesto especial sobre sus beneficios extraordinarios.
A partir de ahora, según anunció el comunicado del BCE, además de mantener ese 4% de retribución, se reducirá el tipo al que presta a los bancos, de modo que tendrán más barata la financiación y podrán actuar así con mayor margen.
Las consecuencias de todo esto son claras.
En primer lugar, la enorme cantidad de dinero que los bancos reciben por dejar su dinero paralizado (unos 140.000 millones de euros anuales con intereses del 4%) no se dirige a financiar la actividad productiva de los hogares, empresas o gobiernos. Compárese esa cantidad con los 189.000 millones de presupuesto de la Unión Europea. Y, además, obliga a que encarezca sus préstamos para que le sea rentable concederlos.
En segundo lugar, dificulta y encarece la financiación bancaria del Estado, puesto que a los bancos les resulta más rentable inmovilizar la liquidez en el BCE que dedicarla a comprar sus bonos. En tercer lugar, esos más de 140.000 millones de euros anuales se traducen en pérdidas del BCE y de todos los bancos que forman parte del Sistema Europeo de Bancos Centrales y que habremos de sufragar los contribuyentes. En su artículo citado, Arenillas y Pérez estiman que las del Banco de España serán de unos 11.000 millones en 2023.
Como dice con toda la razón Paul De Grauwe, esta práctica que viene realizando el Banco Central Europeo simplemente supone subvencionar con “extraordinaria generosidad” a los bancos. Y, además, es innecesaria. Como expliqué en un artículo del pasado año, habría otras posibles medidas para lograr la estabilidad de precios subiendo los tipos de interés (suponiendo que eso sea lo que hay que hacer para combatirla, que no lo es): aumentar la cantidad de dinero que los bancos han de mantener en reservas no remuneradas, vender los bonos que los bancos centrales acumulan para retirar dinero del sistema bancario, o no remunerar tan generosamente los depósitos de los bancos en el banco central. De hecho, esto último es lo que venía ocurriendo antes de 1999 cuando, entre los bancos centrales europeos, sólo el alemán los remuneraba. La Reserva Federal lo hace desde 2008.
La reforma que acaba de anunciar el BCE sólo va en la dirección de mantener estos privilegios de la banca y va a seguir dificultando la recuperación económica en una eurozona en la que su motor (Alemania) y cuatro economías más ya están en recesión.
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