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El arzobispo escribe: “Recuerda como el tiempo de Cuaresma no deja de ser un peregrinaje anual en la fe y en la esperanza, para que preparemos los corazones y nos abramos a la gracia de Dios, para poder celebrar la Pascua, centro de la fe cristiana y garantía de nuestra esperanza.
Existen memorias y autobiografías escritas por uno mismo, existen las biografías reales y existen las vitagrafías recordadas e imaginadas y cambiadas y matizadas… Todos escribimos nuestras memorias, unos real y materialmente, en papel u ordenador, otros las fijan en su memoria, van cambiando su historia y recordando su historia.
Ningún ser humano, por sí mismo, puede vivir. Necesitamos florecer unidos, ayudados entre sí, acogiendo pulsos y recogiendo sentimientos. El enfrentamiento entre análogos es el mayor absurdo humanitario. A diario se destruyen miles de existencias en cualquier parte del mundo, por el afán de dominación entre semejantes, mientras el derecho humanitario ha sido desestimado y dejado de oírse.
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