Jafra, referencia en la agenda artística madrileña gracias a su personalísima utilización del pop art y el punk art como medio de expresión, regresa al centro de Madrid desde su base abierta del barrio de Fuencarral -en Zapadores, Ciudad del Arte- para mostrarnos su obra más reciente y los cuadros que mejor definen su producción de las últimas tres décadas.
Sólo dos años después de conseguir que su nuevo lenguaje visual conquistara a crítica y público en su recordada exposición de la calle de Serrano, el artista ha decidido esquivar encasillamientos y descubrirnos sus últimas reflexiones sobre nuestras costumbres como sociedad. Con su habitual cóctel de creatividad, trabajo y originalidad, Jafra ha seguido su investigación hasta conseguir que esta nueva forma de expresión se convierta en el más conmovedor -y a veces inquietante- retrato de nuestros hábitos consumistas más esquizofrénicos.
Las nuevas obras surgidas de este proceso, un grito que clama al cielo que ‘el consumismo nos consume’, podrán verse entre el martes 11 y el domingo 16 de junio en una nueva exposición en la calle de Velázquez 36, un espacio dividido en dos plantas en el que también se exhibirán las obras que han definido su personalidad artística a lo largo de los últimos 30 años.
A través de estas últimas creaciones, que ocuparán la primera planta de esta galería efímera, Jafra reafirma su vocación punk reflexionando sobre los hábitos consumistas de nuestra sociedad y señalando sin tapujos el extraordinario poder de las marcas para hacernos sentir vacíos y perdidos.
Con el genio de Warhol, Bacon, Picasso o Saura como inspiración, el artista hace una feroz crítica al consumismo, sin obviar referencias a algunas de las más conocidas marcas de lujo, como sucede con su ya icónica bombona de butano firmada por Hermès o con su mugrienta caja de herramientas con la rúbrica de Tiffany & Co.
Además, Jafra nos descubrirá lo que muchos sitúan ya entre sus mejores obras hasta la fecha, una original serie de cuadros de gente común con el rostro desfigurado, en la que nos muestra las consecuencias más nocivas del consumismo, como esa voracidad insaciable por conseguir lo inalcanzable y esa sensación de vacío y desorientación existencial que, potencialmente, podría acabar por consumirnos a nosotros mismos. Todos los retratados van anodinamente trajeados, todos son grises y todos nos descubren su particular locura, su permanente insatisfacción y ese vacío en el que, con la frustración como único premio, buscan definirse.
Sin duda, la singular capacidad de Jafra para utilizar el pop y el punk como medio de expresión, reflexión y denuncia reside con fuerza en estos cuadros, capaces de reflejar, si no el completo, al menos una parte de nuestro íntimo animal consumista y de ofrecernos las piezas necesarias para construir un retrato global de la sociedad que componemos.
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