Mientras México desde 1934 ha tenido cierta estabilidad al elegir cada 6 años a un presidente que nunca ha buscado la reelección; en Perú, el golpismo fujimorista primero introdujo la reelección continua y luego la vacancia parlamentaria de presidentes electos.
Entre 2018 y 2022, el Congreso reconoció a 7 presidentes (PPK, Vizcarra, Aráoz, Merino, Sagasti, Castillo, Boluarte). PPK y Vizcarra cayeron, cada uno, tras que se presentase una segunda moción de vacancia, y Castillo a la cuarta.
Contra Dina se han votado 8 mociones de vacancia y el congresista Cutipa (JP-CD) prepara una novena. Para junio, cuando Boluarte cumpla 18 meses en la presidencia, ella podría haber acumulado un promedio de una cada 2 meses. ¡Todo un récord mundial!
Todas estas mociones jamás han llegado, siquiera, a contar con el respaldo del 40% de los congresistas, por lo que Dina nunca ha sido citada al hemiciclo.
Keiko es hoy la única capaz de vacar a un presidente. Mientras su papi insista en mantener a Dina en palacio hasta el 2026, su puesto está garantizado por el Congreso. Solo la ultraderecha tiene tantos curules y apoyo de sectores militares, empresariales y mediáticos para poder vacar.
Todas las mociones vacadoras contra Dina han sido o son fomentadas por sus excamaradas de izquierda quienes carecen de la más mínima correlación de fuerzas para imponerla. Lo que buscan es un protagonismo. Entre PL y CD hay una rivalidad de quién presenta más de estas, las cuales pueden darse al mismo tiempo. Han banalizado hasta tal punto este mecanismo que ello ya no llama la atención, varios de sus congresistas ni siquiera se aparecen en esas votaciones y hasta Waldemar Cerrón, entre haber votado a favor de dos vacancias, postuló para ser Premier de Dina.
Ni siquiera se les puede tildar de golpes, pues tras estas no hay grupos de poder económico, armado o mediático y tampoco apuntan a echar a una presidencia electa (sino a una dictadora muy impopular).
Los congresistas de izquierda deben no perder el tiempo en ello y concentrarse en organizar y participar en marchas populares, las únicas que han logrado tumbar a presidentes antidemocráticos en 1980, 2000 y 2020.
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