La sociedad, como hoy en día la conocemos, ha cambiado mucho con respecto a generaciones anteriores. Nada tienen que ver los inicios de una aventura amorosa que con el tiempo puede llegar a afianzarse con lo que ahora estamos viviendo. Y claro está, en todo este proceso mucho tiene que ver la tecnología y su manera de influir y modelar nuestra vida. Antes, todo era más fluido, más cercano o más auténtico, mientras que ahora todo se ha convertido en rápido, entretenido y sustituible.
Estamos acostumbrados a medir la calidad de nuestra relación en función del tiempo que pasamos con una persona, ya sea a nivel amistoso o amoroso. Hemos avanzado al punto de pensar de que una pareja no se consolida hasta que no vive junta y experimenta diversas situaciones de convivencia, y por un lado, pudiera ser cierto porque es en el día a día cuando conocemos al otro en su estado puro ante momentos de estrés, cansancio o desgana pero tampoco podemos fiarnos demasiado porque como en todo, el tiempo compartido realmente puede ser escaso a pesar de estar bajo el mismo techo debido a las obligaciones laborales, donde la rutina, la falta de confianza o estados de ánimo fingidos pudieran estar presentes.
Una relación se consolida con el tiempo y las ganas, con la ilusión y la superación de los problemas de forma conjunta y no separada. Una pareja es estable cuando existe la comunicación, la sinceridad y la motivación. Obviamente, no todo es tan bonito cuando avanzan los años y menos aún, con la aparición de los hijos donde pueden surgir las discrepancias en torno a la educación y a la renuncia de cada uno de los padres con respecto a las expectativas que tenía con la vida porque todo cambia pero más para uno que para otro.
Las parejas se pueden formar en un principio de muchas formas pero Internet es, en este momento, la forma más usual en las que las personas se conocen, ya sea a través de aplicaciones de encuentros rápidos o algunas más específicas, pero todas ellas con el mismo objetivo que es el de conocer nuevas personas con las que tener o experimentar algo. A través de aquí puede surgir ese “feeling” o simplemente quedarse en nada, o incluso desesperarse porque para algunos es difícil encontrar a la persona adecuada por las exigencias o porque, simplemente, no aparece lo que está buscando.
El hecho es que ahora mismo estamos inmersos en encontrar primero algo y después emplear esa palabra que tan de moda está que es la de “fluir”. Probamos primero el producto y si nos gusta, repetimos. Suena un tanto duro porque estamos hablando de relaciones humanas pero la tecnología, en cierta manera, está generando este tipo de actuaciones por parte sobre todo, de las generaciones más jóvenes.
Ante esto, tenemos que tener tener claro que las expectativas que podamos tener en torno a la persona que podemos encontrarnos por las redes y aplicaciones nada tienen que ver con la realidad, una vez que las conozcamos. Hemos podido charlar, bromear o reflexionar pero siempre detrás de una pantalla ante la cual nos estamos escondiendo ya que podemos crearnos una vida totalmente complementaria o ficticia para lograr el objetivo de conseguir quedar. Del mismo modo, que a nosotros también nos pueden engañar, dar plantón o comprobar que la fotografía del perfil nada tiene que ver con realidad.
Se trata de otro tipo de interacciones sociales donde no tenemos que juzgar si conocer a personas a través de este medio es mejor o peor que de otras maneras, porque cada ser humano es distinto y puede emplear diversas técnicas para ligar. Pero lo que sí es cierto, es que resulta un tanto frío en un primer contacto, socializar de esta manera donde el interés en función de la belleza es el eje principal para desechar o no al otro con el que estamos hablando, y esa es la pena, porque no se tiene en cuenta ninguna emoción o consecuencia de los actos. Además, no hay que olvidar el cuidado que debemos tener ya que estamos tratando con desconocidos y que aquí todo resulta práctico, útil y con una fecha muy corta de caducidad donde no existe tiempo para pensar a largo plazo porque la premisa es, ante todo, vivir el momento.
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