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Mujeres en la Ciencia: Sophia Brahe

En el siglo XVI, se sumergió en la astronomía con el mismo fervor con que cultivaba sus plantas y sus conocimientos de medicina y física
María del Carmen Calderón Berrocal
lunes, 11 de noviembre de 2024, 08:36 h (CET)

En el siglo XVI, cuando aún resonaban rumores de que la tierra era plana y quedaban cielos por desvelar, en las frías tierras de Dinamarca dos miembros de una misma familia decidieron desafiar la comodidad de la nobleza y entregar sus días y sus noches al estudio de los astros. Eran los hermanos Brahe: Tycho, el astrónomo famoso y de afilada mirada; y su hermana Sophia, quien, sin más maestro que sus propios ojos y su insaciable curiosidad, lo acompañó con la tenacidad de los que saben mirar al cielo. Tycho tuteló sus estudios, aunque la familia no estaba conforme con que estudiara Sophia, que en gran medida fue autodidacta por medio de sus observaciones o estudiando en biblioteca.


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Sophia era tan audaz como paciente, y a pesar de las miradas de reprobación de su entorno, se sumergió en la astronomía con el mismo fervor con que cultivaba sus plantas y sus conocimientos de medicina y física.


Sophia Brahe, “Urania”, vino al mundo el 24 de agosto de 1556 en Knudstrup, como la pequeña de una familia noble y numerosa. Desde niña mostró interés tanto por las estrellas como por las plantas, y aunque su posición le reservaba la vida despreocupada de la nobleza, su hermano Tycho, once años mayor, supo reconocer en ella una aliada, un espíritu que no se detenía ante la falta de tutores.


Tycho alababa el ansia de conocimiento de su hermana y la implicaba en sus observaciones astronómicas. Fue así que, apenas a los diecisiete años, Sophia se encontraba ya a su lado, registrando los movimientos celestes en el Castillo de Uraniborg, en la isla de Hven. Allí, los hermanos Brahe redactaron un catálogo de posiciones planetarias que serviría de referencia para algunos de los grandes astrónomos del futuro. Este trabajo serviría después a Johannes Kepler para redactar sus leyes astronómicas.


Pero el destino de Sophia, como el de tantas mujeres de su época, también pasó por el matrimonio. En 1576, contrajo nupcias con Otto Thott, y de aquella unión nació su único hijo. En 1588, al quedar viuda, Sophia se hizo cargo de las propiedades en Eriksholm, donde se sumergió en la horticultura y mandó construir exquisitos jardines. Pronto sus conocimientos de química (o alquimia) y botánica le permitieron elaborar remedios y pócimas que se hicieron conocidos entre la nobleza de la región. Pero ni los cuidados de sus tierras ni los salones de la nobleza la apartaron de la astronomía y Sophia continuó colaborando en las observaciones de Tycho, cada vez más reconocidas en toda Europa.


Tras la muerte del que fue su primer esposo, ella se aficiona a la astrología algo que complació y aprobó su hermano Tycho, que estaba encantado con la sed de conocimientos de su hermana.


Años después, la vida le llevó al que sería su segundo esposo, con el consentimiento de su hermano Tycho casa con Erik Lange con el que se había comprometido en 1590, que fue un hombre apasionado pero, para desgracia de Sophia, también arruinado. La hermana de Lange estaba casada con su hermano Knut.


Lange derrochó toda su fortuna en sus experimentos y huye al norte de Alemania en 1592 debido a sus elevadas deudas. De esta época es el poema latino Urania Titani, que escribe en 1594 Tycho Brahe siguiendo el estilo de Ovidio, es una carta ficticia en la que Urania (Sophia Brahe) lamenta la separación de Titán (Lange).


Tras morir Tycho y tras un largo noviazgo que duró más de diez años, en 1602, pese a las dificultades económicas, contrajeron matrimonio, aunque su matrimonio duró apenas una década.


La familia de Sophia ni aceptó su matrimonio ni sus estudios científicos así que decidieron retener los fondos que le correspondían a Sophia e inicialmente el matrimonio vivió muy austeramente, algo que lamentara en una carta a su hermana Margaretha.


El matrimonio se traslada a su finca en Årup, donde Sophia realizaría sus estudios alquímicos.

Viuda por segunda vez en 1613, Sophia se trasladó a Helsingør, donde se dedicó al estudio de la genealogía, dejando una herencia de escritos y conocimientos que sobrevivieron a su tiempo. Allí, entre libros y árboles genealógicos, vivió hasta el final de sus días, cerrando el círculo de una vida que siempre osciló entre las estrellas y las raíces, entre el cielo y la tierra hasta que fallece en 1643 en Elsinor, Dinamarca.

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