Puede que decir Stroopwafel resulte una odisea. No lo es menos, Poffertje.
En Países Bajos son perfectamente conocidas. De hecho, si uno discurre por Amsterdam raro resultará no encontrar tiendas exclusivas cuya dedicación especializada sea la masa de la oblea, símbolo inconfundible de la capital, en alguna de sus variantes, seca o bañada en chocolate, con sus toppings y, en cualquier caso, con su jarabe de caramelo, completamente adictivo. Y si se deja atrapar por alguno de sus encantadores mercadillos, se deleite por lo que para uno será recordado como blinis, casi todos endulzados en azúcar glas: los poffertjes.
Esponjosos y nutritivos
Sea como fuera, los holandeses que se asoman a este pequeño, pero coqueto rincón localizado en la calle Velázquez de Madrid coinciden en asegurar que HollandBite es el reducto perfecto para recoger en su peculiar y amabilísima tienda gourmet las galletas Stroopwafel o los poffertjes, que les transportan a orígenes incluso más puros, si cabe. Porque si bien es cierto que se han basado en la receta tradicional de su país, han inducido un deleite nuevo y original. Nada es lo que parece, nada es lo que recuerda. Sus maestros obradores han querido innovar con ingredientes saludables y apto para todas las edades. Por eso, la calabaza y el trigo sarraceno son sus bases principales. Conjugan los salados con el queso Henri Willig, del que son distribuidores exclusivos. Sus cremas y siropes son de creación propia.
No les siguen de muy lejos los almendrados de chocolate, Pepernoot, empaquetados en casitas de cartón y bolsitas individuales. O las cajas distinguidas en su color fucsia albergando, muy a propósito de estas próximas fiestas, ocho galletas adornadas con tooping seleccionados.
En esta tienda take away holandesa lo complicado no es pronunciar Stroopwafel o Poffertjes. Lo difícil es probarlos y no querer repetir.
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