Breve presentación
Laura Ester Ramos, es una de las máximas representantes del waterpolo femenino español. Su extraordinaria carrera deportiva la ha llevado al olimpo del deporte español, tanto con la selección como a nivel de clubes.
Si con la selección española, ha conquistado numerosos títulos internacionales, destacando el oro olímpico en París 2024, el oro en el Campeonato del Mundo de Barcelona 2013 y tres oros en Campeonatos de Europa, con su anterior club, el CN Sabadell, donde jugó durante catorce temporadas, su palmarés incluye siete Champions, cuatro Supercopas de Europa y más de 30 títulos nacionales.
Laura, combina su pasión por el waterpolo con su formación académica en bioquímica y un máster en dermofarmacia, logrando un equilibrio admirable entre deporte y estudios.
A sus 34 años, mientras se prepara para cerrar una carrera ejemplar, ha vuelto a sus raíces, al Club Esportiu Mediterrani, para inspirar a las futuras generaciones del waterpolo femenino español.
Entrevista
- El deporte, como un iceberg, solo muestra una mínima parte, generalmente los éxitos. Desde su perspectiva, ¿qué aspectos clave cree que permanecen ocultos para la gran mayoría de personas, pero son esenciales para alcanzar grandes logros?
Pues, obviamente, mucho trabajo y mucho sacrificio. Al final, son horas y horas de entrenamiento que pasan desapercibidas para el resto de la gente, que solo suele quedarse con lo bonito, pero son ajenos a lo menos bonito, les pasa desapercibido. Tampoco podríamos decir que sea desagradable, pero sí que es lo menos atractivo del deporte: todas las horas que dedicamos a mejorar, tanto individualmente como en equipo.
- ¿Qué habilidades considera esenciales para mantenerse en la élite durante tantos años?
Lo más importante son la motivación y las ganas de seguir trabajando duro, y eso te lleva a querer mejorar cada día. Si quieres seguir estando ahí arriba, lo que tienes que hacer es seguir mejorando, porque los equipos rivales es lo que hacen, entrenan para intentar ganarte. No te puedes conformar; siempre tienes que apuntar alto. Por lo tanto, destacaría, la motivación y las ganas de querer ganar siempre.
- ¿Cree que su primera entrenadora intuyó alguna de ellas al situarla en la portería desde sus inicios?
Pues, algo tuvo que ver. A día de hoy, yo me lo sigo preguntando. Ella sigue siendo entrenadora de la base del Mediterrani. La veo y siempre pienso: no sé qué es lo que vio en mí, pero algo tendría que ver. Y, la verdad, muy, muy equivocada no estaba.
- Durante su carrera deportiva ha tenido la oportunidad de disputar multitud de partidos trascendentales. ¿Cómo afronta este tipo de encuentros? ¿Qué emociones predominan en la previa, durante el partido y en el post partido?
Al final, el deportista entrena para esos partidos. Dedica horas y horas en el agua o en el gimnasio, siempre pensando en llegar a esos encuentros. Por lo tanto, se afrontan, obviamente, con nerviosismo. Eso quiere decir que te importa, que es algo que tienes ganas de hacer. Pero, a la vez, eres consciente de que estás preparada al 200% para disfrutarlo y, por qué no, para ganarlo.
Antes de cualquier partido, hay nervios, indudablemente. Y ya no digamos si ese partido es importante, siempre están esos nervios de querer entrar al agua, de querer jugar, y demostrar todo el trabajo hecho previamente. Luego, durante el partido, esos nervios se quedan fuera del agua y estás tan centrada en el mismo, que no piensas mucho. Es el momento de más tensión, pero también de felicidad, porque mientras juegas, disfrutas.
Después del partido, la adrenalina sale. Has estado aguantando durante todo el partido y, una vez que termina, todo eso se libera.
- Su posición requiere enorme concentración para mantener la atención, ¿al final de un partido, siente mayor agotamiento mental o desgaste físico de mantenerse a flote?, ¿realiza un entrenamiento psicológico específico?
Depende del partido también, pero yo creo que es un poco de ambas. Hay un desgaste tanto físico como mental, y más en la posición de portera, que requiere un trabajo mental mucho más intenso que el del resto de las jugadoras. Por lo tanto, cuando termino un partido, siento un cansancio general. Es como si necesitase sentarte unos minutos, relajarme y decir: "Vale, ahora ya puedo empezar otra vez a hacer lo que sea". Pero sí, cuando finaliza un partido intenso, me noto completamente cansada.
Con la selección estuve trabajando bastante ese aspecto psicológico con un profesional de la psicología. Al final, no es lo mismo jugar con un club que con una selección. La responsabilidad que tienes es distinta. Además, en ese momento yo era muy joven.
- Su rol de portera conlleva una responsabilidad única dentro del equipo, especialmente cuando el resultado no acompaña. ¿Cómo maneja la presión que supone un error al encajar un gol que puede ser decisivo?, ¿ha aprendido a manejar mejor la autocrítica por un mal resultado, y cómo afecta eso a su mentalidad en futuros partidos?
Con el paso del tiempo, vas aprendiendo a sobrellevar esas situaciones y a ser consciente de que no siempre es culpa del portero. Muchas veces piensas: "Ostras, este gol sí es mi culpa". Pero también hay momentos en los que dices: "Aquí no es mi culpa como tal, es culpa del equipo". Al final, somos un equipo: todas atacamos, todas defendemos, y hay momentos en los que se nota más una posición que otra, pero somos un equipo y, ganamos todas o perdemos todas.
Sí es verdad que, cuando empiezas, es mucho más difícil saber diferenciar esos errores. Sin embargo, con el tiempo, te vuelves más consciente de cuándo es un error más tuyo, uno de la defensa, o simplemente un acierto del atacante. Porque el otro equipo también juega muy bien. Hay veces que solo puedes decir: "Mira, ese gol hay que aplaudirlo" y seguir hacia adelante, no queda otra.
Creo que, con la edad, lo que aprendes es a clasificar un poco los goles. No es fácil superar un error, especialmente dependiendo del momento del partido o de la importancia del partido, pero lo bueno del waterpolo es que son 32 minutos de partido, y constantemente hay ataques y defensas. Por lo tanto, no puedes quedarte pensando en ese gol, porque a los 30 segundos, o como mucho al minuto, están atacándote otra vez y, tienes otra oportunidad, por decirlo de alguna manera, para no volver a cometer un error.
Así que no puedes seguir pensando en ello. Tienes que centrarte en el partido e intentar ayudar a tu equipo, haciendo tu trabajo lo mejor posible.
- Cuando un deportista ha ganado todos los títulos posibles, como es su caso, ¿qué le sigue motivando para continuar en la competición?
Al deportista lo que le gusta es competir, seguir ganando, y eso es lo que te motiva. Nos gusta el deporte que practicamos, nos lo pasamos bien, y somos afortunadas de hacer lo que nos gusta junto a nuestras compañeras, que al final son nuestra segunda familia.
Por lo tanto, la motivación y las ganas de querer siempre más, es lo que te lleva a estar ahí.
- El fútbol femenino en España ha experimentado un gran auge en los últimos años. Sin embargo, desde su experiencia, ¿cree que este crecimiento beneficia también a otros deportes femeninos?
Sinceramente, yo creo que no. Se ha hablado mucho de que el fútbol femenino ayuda al deporte femenino, pero no creo que sea así. Obviamente, no digo que no se tenga que hablar de fútbol femenino o que no se deba reconocer a las jugadoras. Al final, son campeonas del mundo, generan noticias y, por supuesto, han hecho un gran trabajo y un gran esfuerzo para ser reconocidas, que es lo que tiene que ser.
Sin embargo, es verdad que, al final, el fútbol —ya sea femenino o masculino— quita el foco de todos los demás deportes. Por lo tanto, no es cierto que gracias al fútbol femenino se hable más del deporte femenino en general. Se habla de fútbol. Hay muchas otras deportistas que somos campeonas de Europa, campeonas del mundo, y medallistas olímpicas, que llevamos muchos años luchando para que se nos respete y se hable también de nuestros deportes.
Lo que han conseguido —no digo que sea algo malo, porque ellas se lo han ganado— es que de otros deportes se hable aún menos. Ahora solo se habla de fútbol. Vivimos en una sociedad donde el fútbol es lo único que importa. Y, como digo, no creo que el fútbol femenino haya ayudado al deporte femenino en su conjunto.
- ¿Qué estrategias o iniciativas podrían ayudar para que otros deportes como el waterpolo, alcancen un nivel de visibilidad y reconocimiento comparable al fútbol?
Es muy difícil. Nosotras seguimos reivindicando, seguimos intentando y seguimos creando noticias. Pero sabemos que, si no ganamos, no somos noticia. Puede parecer triste, pero es la realidad. Y no nos queda otra que asumirlo. Nosotras no jugamos al waterpolo para que se nos reconozca o para que la gente hable de nosotras. Lo hacemos porque realmente nos gusta.
Eso sí, hay momentos en los que nos gustaría que se nos reconociese más de lo que se nos reconocen nuestros logros. Como selección, llevamos más de doce años en lo más alto: europeos, mundiales y Juegos Olímpicos. Y es como si, a pesar de todo lo que hemos conseguido, no se nos valorara lo suficiente.
- ¿Considera que la alegría por una victoria y el dolor por una derrota están directamente relacionados con la importancia de la competición?
Sin duda duele más una derrota, por ejemplo, en unas semifinales o una final de unos Juegos Olímpicos que una derrota en un partido de liga sin más. Cuanto más importante sea la competición o el partido en sí, mayor es la tristeza por perder. No es lo mismo una derrota en la fase previa —donde todavía queda mucho por jugar— que una derrota en cuartos, en semis o en la final. Eso cambia mucho. La importancia del partido incrementa la tristeza.
- Algunos deportistas opinan que ganar una medalla de bronce puede ser más gratificante que una de plata, ya que implica no perder una final. ¿Comparte esa percepción? Sí, realmente es así. Mucha gente puede pensar: "Pero ¿por qué? Si la plata es mejor que el bronce, obviamente quedar segundo es mejor que quedar tercero". Pero en nuestro caso es diferente. No es como en una carrera, donde el resultado se mide de otra forma. En nuestro caso, son partidos. Con la plata, acabas perdiendo el campeonato. En cambio, con el bronce, terminas ganando tu último partido del torneo.
Por tanto, el subidón de haber ganado el bronce es mucho mayor que la sensación de derrota que acompaña a la plata, porque al final se queda en eso: en una derrota en el partido decisivo.
- Alcanzar grandes metas en la vida suele requerir esfuerzo y tolerancia a la frustración, cualidades propias de la práctica deportiva. ¿Cree que en la sociedad actual se está perdiendo este enfoque, dando prioridad al mínimo esfuerzo y a la recompensa inmediata?
Eso parece. Quiero pensar que, poco a poco, esto irá cambiando, pero sí que hay momentos en los que la gente lo quiere todo ahora y sin espera. Sin embargo, el deporte es un proceso en el que, de un día para otro, no vas a ver los frutos. Tienes que esforzarte, trabajar día a día, poco a poco, cada vez más y más. Y quizás en un mes, dos meses, un año, o incluso dos años, es cuando realmente podrás recoger los frutos de ese esfuerzo.
Sin embargo, muchas veces se quiere todo de inmediato: ya, ya, ya. Pero no funciona así. No vas a ver el cambio ni la mejora de un día para otro, ni de un entrenamiento al siguiente. Es importante intentar que las nuevas generaciones entiendan que tienen que esforzarse cada día, sin excepción, para que, con el tiempo, puedan ver realmente los resultados de su dedicación.
En las distancias cortas
- La apodan “pajarito”. ¿Cómo surgió este sobrenombre, y siente que refleja algún aspecto especial de tu forma de ser?, ¿qué lugar o quienes considera su particular "nido"?
Después de tantos años, no solo lo he asumido este apodo, sino que le tengo cariño. La verdad es que nunca me ha desagradado como tal; más bien me resultaba algo curioso. Viene de cuando empezaba en el club Mediterrani, el entrenador me veía y me decía que parecía un pajarito, porque tenía las piernas muy delgadas y, dentro del agua, me movía con mucha agilidad, como si volara. Si lo piensas bien, es una metáfora interesante. Volar dentro del agua en mi posición, la portería, es algo especial. Por eso, ese apodo de "pajarito" se fue convirtiendo en algo simbólico.
Mi nido, no dejan de ser mi casa y mi familia.
- La canción de Funambulista "Que nadie me llore" refleja un enfoque de vida sin arrepentimiento por las decisiones tomadas, ni por los errores cometidos. ¿En qué medida siente que su trayectoria vital sigue esa misma filosofía de aceptación, sin mirar atrás?
Yo creo que eso es lo que tiene que ser la vida: seguir hacia adelante y no mirar atrás. Lo que hemos hecho ya está en el pasado, tanto si fue algo positivo como algo negativo. Por ejemplo, en el deporte, mucha gente dice: "Habéis ganado, ¿por qué queréis más?". Pero es que eso ya está hecho.
No nos quedemos anclados en lo que hemos logrado, sino que siempre debemos mirar hacia adelante, buscando lo que está por venir. No esperemos a que las cosas sucedan, sino vamos a por ellas, siempre con la determinación de avanzar y mejorar, sin perder nunca el rumbo y siempre tirando hacia adelante.
- Vivir en una ciudad bulliciosa como Barcelona debe ser fascinante, pero en contraste, está la tranquilidad del campo, como la que se respira en lugares como Correxais y Peñaparda. ¿Alguna vez ha sentido la tentación de cambiar el ritmo urbano por la calma y el silencio de la vida rural?
Cambiarlo al 100% no, pero sí es cierto que hay momentos en los que necesito desconectar, rebajar las pulsaciones y el ritmo de vida. Disfrutar de esos momentos en cualquiera de los dos pueblos, con tranquilidad, es algo que se agradece.
- ¿Cómo valora la experiencia de regresar a sus orígenes después de una carrera tan exitosa?
Regresar al club donde empecé y donde conocí este deporte, es algo muy bonito. Es una experiencia completamente diferente a lo que estaba acostumbrada hasta ahora en el Sabadell, donde mis objetivos solían estar más enfocados en ganar títulos y alcanzar metas individuales.
Pero ahora, el objetivo principal es ayudar al equipo, que es muy joven. Quiero contribuir al crecimiento de las jugadoras más jóvenes, transmitirles una disciplina sólida de trabajo y entreno, para que poco a poco el equipo se fortalezca y se convierta en algo cada vez más grande y competitivo.
- Después de media vida practicando waterpolo, el momento de la retirada está llamando a su puerta. ¿Es algo que le preocupa especialmente? ¿Tiene pensado seguir vinculada a este deporte de alguna manera, o prefiere explorar nuevos caminos alejados del agua, como la bioquímica o la dermofarmacia?
Preocuparme, como tal, no. Pero sí es cierto que, al final, todo deportista tiene ese miedo al día después. Hemos vivido tantos y tantos años con nuestra vida organizada de una manera muy específica: te despiertas, entrenas, comes, vuelves a entrenar, duermes y al día siguiente, otra vez, lo mismo. Esa rutina se ha mantenido durante muchos años y, de repente, te despiertas y piensas: “Vale, ¿y ahora qué? Ya no tengo que ir a entrenar, no me tengo que tirar al agua… es como si de pronto no supieras qué hacer”.
Sí que existe ese miedo a lo desconocido, pero al final, hay vida después del deporte. Conozco muchas compañeras y amigas que ya no están jugando y que están encantadas. Siempre me dicen: “Laura, no te preocupes, la vida continúa y se vive muy bien. Te vas a poder organizar y saber cómo van a ser tus días. Tendrás horarios más estables y fines de semana libres”.
Todo el mundo ha pasado por esto, y todo el mundo ha seguido adelante. Me costara más o menos, pero al final, sé que es otra etapa que, aunque diferente, va a ser bonita también.
A día de hoy, no lo tengo claro al 100%. Es cierto que, aunque me dedique a la bioquímica o encuentre algún trabajo relacionado con química farmacéutica o algo similar, seguiré vinculada al waterpolo de alguna manera. Al final, no solo es el deporte en sí, sino una pasión que llevo dentro. Por lo tanto, aunque ya no me tire al agua tanto como antes, alejarme del todo será algo muy difícil.
- El lema del Club Esportiu Mediterrani es “carácter auténtico” ¿Qué significa para usted la autenticidad?
La autenticidad significa ser uno mismo, luchar por tus principios y valores y seguir adelante. Significa vivir de acuerdo con lo que realmente crees y defender tu camino con convicción y coherencia.
- Tras su larga trayectoria deportiva, culminada con el oro olímpico, ¿suele ser reconocida fuera de las piscinas, o disfruta de la libertad que ofrece pasar desapercibida en su día a día?
Se disfruta mucho de esa libertad. Más de una vez lo hemos hablado: el poder salir sin estar constantemente bajo la mirada de todo el mundo, sin que te reconozcan o te juzguen por cualquier cosa, es algo que debe ser muy difícil de llevar para muchos.
En cambio, en mi caso, vivo más tranquila. Puedo salir a la calle, disfrutar de un sábado por la tarde o un domingo, sentarme en una terraza con amigos a tomar una cerveza o lo que sea, y hacerlo sin que todo el mundo nos esté observando. Poder hacerlo con naturalidad y sin preocupaciones es, realmente, un lujo y un privilegio.
- Al igual que la felicidad, el éxito puede tener un significado distinto para cada persona. En su caso, ¿cómo lo definiría? ¿Considera que felicidad y éxito van siempre de la mano, o pueden ser independientes?
Para mí, el éxito significa hacer aquello que realmente te apasiona, aquello que te hace sentir pleno y feliz en tu día a día. No se trata únicamente de alcanzar logros externos, como ganar una medalla o tener reconocimiento social, sino de encontrar ese propósito interno que te impulsa a levantarte cada mañana con energía y entusiasmo.
He visto que algunas personas alcanzan metas y, sin embargo, no sienten satisfacción. Creo que esto sucede cuando el camino se recorre sin pasión o sin un propósito real. Por eso, hoy más que nunca, el mensaje de seguir lo que me hace feliz está presente y es más importante que nunca. No vale la pena dedicarse a algo que consume tu energía sin ofrecerte a cambio crecimiento personal o realización.
Cuando disfrutas lo que haces, tu rendimiento se multiplica. Te entregas más, trabajas con más dedicación y energía, y eso, inevitablemente, se traduce en mejores resultados. Por eso, para mí, el disfrutar del proceso y el éxito van de la mano, porque cuando te entregas con pasión, todo lo que haces se convierte en una experiencia enriquecedora y auténtica.
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