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Casi todas las grandes empresas primero fueron pequeñas

Emprendedores de Hoy
martes, 18 de febrero de 2025, 09:00 h (CET)

Se dice “casi” porque, evidentemente, existen excepciones. Algunas empresas nacieron ya bendecidas por un descubrimiento o patente exclusiva que les otorgó una posición dominante en el mercado, como Xerox con la fotocopiadora, Bayer con su Aspirina, o Dyson con su aspiradora sin bolsa.


Sin embargo, en la mayoría de los casos, las empresas más exitosas no contaron con un gran capital al principio. Muchas comenzaron en un modesto garaje, un taller o un pequeño restaurante: Apple, Amazon, IKEA, Google, McDonald’s… O sin ir más lejos, Inditex.


No fue una gran inversión o un invento revolucionario lo que las llevó a la cima; su éxito parece estar más relacionado con su visión para descubrir una forma diferente de hacer las cosas.


Toda empresa puede llegar a ser una gran empresa

Airbnb convirtió viviendas comunes en hoteles, sin poseer ni una sola propiedad. Spotify permitió a los usuarios buscar y escuchar cualquier canción gratis con anuncios. Über ha logrado que cualquier persona pudiera ser taxista. IKEA comenzó a vender muebles baratos (que los compradores debían montar ellos mismos) y creó una nueva experiencia de cliente en tiendas que se podían recorrer y explorar tranquilamente.


¿Qué tuvieron estas empresas en común? Hicieron algo que nadie había hecho antes: Innovaron, pensaron estratégicamente y se adaptaron a lo que el público demandaba. Para crecer, no les hicieron falta millones. Bastaba con buenas ideas y un plan para llevarlas a cabo.


¿Y por qué muchas empresas innovadoras se estancan… o lo que es peor, desaparecen?


Es cierto que muchas empresas se durmieron en los laureles y terminaron desapareciendo. Kodak inventó la primera cámara digital, pero la ignoró para mantener su negocio de películas fotográficas. Blockbuster se aferró a los videoclubes y terminó en quiebra. Blackberry o Nokia subestimaron los smartphones táctiles. Sears no vio venir el comercio electrónico…


Los motivos de estos fracasos son diversos:


FALTA DE VISIÓN: el modelo de negocio puede triunfar al principio, pero no tiene mucho recorrido si no se mantienen las condiciones del mercado, o si el producto o servicio deja de aportar valor.


FALTA DE PREPARACIÓN: el líder del proyecto empresarial, aunque tenga habilidades técnicas o comerciales elevadas, carece de preparación en otras disciplinas fundamentales como finanzas y marketing.


EXCESO DE CONFIANZA: también conocido como “síndrome del gigante”. Algunas empresas creen que su marca es tan fuerte que nunca dejarán de tener clientes… hasta que los pierden.


FALTA DE INNOVACIÓN: los cambios del mercado (tecnológicos o sociales) son cada vez más frecuentes y drásticos. Quienes no son capaces de adaptarse a estos cambios no sobreviven. Las empresas que dejan de innovar tienden a desaparecer.


FALTA DE UN PLAN ESTRATÉGICO: sin un plan, no hay futuro. Tener una estrategia es casi un seguro de vida para la continuidad y el desarrollo de la empresa. Todo plan estratégico debe responder a estas preguntas:


''¿Dónde estoy ahora?''


''¿A dónde quiero llegar?''''


''¿Qué debo hacer para conseguirlo?


 Sin embargo, con frecuencia se encuentra una actitud común: 


“No necesito un plan estratégico; eso es solo para las multinacionales”.


Esta mentalidad es un gravísimo error. Un plan estratégico es absolutamente imprescindible para el éxito. Y, además, está al alcance de cualquier empresa. Obviamente, no es necesario acudir a grandes consultoras; existen medianas y pequeñas consultoras mucho menos costosas, pero con un excelente nivel profesional.


Si se selecciona una consultora adecuada para los requerimientos del trabajo, el precio no es elevado, y es probable que los costes de un plan estratégico sean el dinero mejor invertido por la empresa. Una empresa con un plan estratégico claramente cotiza al alza. Como dicen los expertos, “sin estrategia, los costes en marketing son gastos”. 


El mercado necesita pequeñas empresas para hacerlas grandes. Y las posibilidades de financiación sobran. ¿Será quizá que la determinación y el carácter de sus líderes no abunda tanto?


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