La situación actual, tanto en la Iglesia Católica como en la sociedad, es de suma gravedad. En la Iglesia Católica se eligió a los pobres como primera opción y el sentido sagrado, divino, pasó a segundo lugar. La Divina Eucaristía, que es la VIDA de la Iglesia, está totalmente desacralizada en muchos lugares. Al perderse ese sentido sagrado, todo se hundió, y así vemos, por ejemplo, cómo Europa, cuna de la Civilización Cristiana, ahora es una sociedad pagana, corrupta. En cuanto a los pobres, que son los preferidos de la Iglesia, no han desaparecido, han aumentado. Y la sociedad está hundida en una inmoralidad que no se puede calcular; esto ya no da más de sí. Solamente el nuevo Pontífice, iluminado por el Espíritu Santo, puede promulgar un cambio radical: hay que convertirse y adorar a Dios, y hacer penitencia por nuestros pecados. Solamente así, con nuestra conversión, podremos evitar que la Ira de Dios caiga sobre nosotros; y aunque no seas creyente, puedes pedir perdón. Estamos en espera de que sea elegido el nuevo Pontífice, y aunque no lo creamos, esto repercutirá en todo el mundo. HAGAMOS UNA IGLESIA DE SANTOS, NO DE POBRES.
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