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“La crisis económica es tan grave como la crisis política de los primeros años de la Transición”

Nativel Preciado, periodista y escritora
Luis del Palacio
domingo, 14 de marzo de 2010, 15:57 h (CET)
Si aquellos periodistas que se curtieron en las viejas redacciones (las míticas de Pueblo, Informaciones, del ABC de Serrano) pueden contarse casi con los dedos de una mano y hubiera que elegir alguno de los que mejor conocen la realidad española de los últimos treinta años, sería el nombre de Nativel Preciado uno de los que figuraran en esa lista por derecho propio. Es casi imposible concebir un momento de nuestra época reciente donde Nativel no se hallara “en el lugar de los hechos”, siendo testigo de lo más importante, de lo que con el tiempo se va decantando y se convierte en historia. El 23-F le sorprendió cubriendo la investidura de Calvo-Sotelo en el Congreso de los Diputados. Ha sido cronista parlamentaria; redactora jefa de la revista Tiempo; ha entrevistado a prácticamente todos los líderes políticos y sociales de las últimas tres décadas y actualmente escribe artículos de opinión en numerosos diarios y revistas. Su presencia es habitual en programas de debate de TVE y la Cadena SER. A su densa labor periodística le suma una no menos intensa dedicación a la literatura, que le ha llevado a ser finalista del Planeta y a ganar hace tres años el Premio Primavera, con su novela Camino de Hierro.




Nativel Preciado. / Foto: Miguel Martínez Muñoz.

El invierno daba su último coletazo de frío y lluvia, cuando nos reunimos en Madrid.

PERIODISMO Y LITERATURA

¿Qué diferencias encuentras entre los periodistas de hace veinte o treinta años y los que ahora llevan en la profesión, digamos, una década?

La diferencia está marcada por las distintas épocas. Cuando yo empecé hace unos cuarenta años, el país atravesaba una época muy ilusionante, en la que se esperaba el cambio de salir del proceso largo y sombrío de la dictadura. La mayoría del país trataba de dejar atrás una experiencia que para muchos fue tenebrosa y alcanzar un periodo de libertad. Democracia era sinónimo de libertad: algo que no teníamos. Y el periodista, como profesional, formaba parte, como uno más, de ese proceso. Ello implicaba, en primer lugar, compromiso, rigor y esfuerzo en la tarea que suponía cambiar de régimen. No sólo fuimos testigos de aquel momento sino, en cierto modo, protagonistas; no tanto por nuestra profesión en sí, sino por el simple hecho de ser ciudadanos. Recuerdo que muchos de mis colegas, en especial los más jóvenes, estaban muy comprometidos con la idea de alcanzar una mayor libertad y, muy concretamente, libertad de expresión. Por otra parte, también existían los periodistas del antiguo régimen, que se hallaban en vías de extinción. Los periodistas de la nueva generación no tienen que luchar por la libertad: ahora la hay.

En lo más formal, el periodismo ha cambiado totalmente. Yo fui redactora de noche en un diario; he corregido galeradas, he trabajado con tejas y linotipias… También he sido redactora de cierre. El contacto con los operarios de “la máquina” era permanente. Era otro mundo. Pero al margen de eso, tampoco existe la misma necesidad de comprometerse para cambiar las cosas. Ahora se lucha por abrirse un hueco en un mercado; concepto que entonces no existía. Por otro lado ahora se da algo que entonces tampoco existía: el “periodismo espectáculo”, que es lo que parece atraer más la atención del público, lo que ocupa más espacio y lo que más dinero da.

¿Qué entiendes por “periodismo espectáculo”?

Es una faceta del periodismo que a los veteranos, a los que nos hemos mantenido al margen de ello, nos irrita un poco, porque no pertenece en realidad a la profesión, aunque tenga que convivir con ella. Se trata de un problema de demanda y oferta. Los “programas del corazón”, las tertulias sectarias e ideologizadas y la prensa sensacionalista ocupan un espacio demasiado grande. En otros países este tipo de periodismo también tiene su espacio, pero no tan extenso.

Muchos periodistas acaban desembocando en la literatura ¿se debe a una necesidad expresiva o porque lo demandan las editoriales?

Creo que hay dos interpretaciones en lo que planteas.

Muchos periodistas eligieron esta profesión precisamente para escribir, porque pensaban que era el camino más corto para llegar a la literatura. Este es mi caso y el de muchos de mi generación. Siempre me he expresado escribiendo; he preferido la prensa escrita a los otros medios, aunque intervenga en todos. Hay como una exigencia de estar en ellos, si quieres participar activamente en la profesión. Muchas mujeres de mi generación –también, desde luego, compañeros- han trabajado en los periódicos principalmente por su pasión por escribir. En segundo lugar, existe una gran demanda por parte de las editoriales de libros de personas famosas, conocidas o con alguna proyección pública. A estos sí podría considerárseles “escritores mediáticos” y a mí me molesta particularmente cuando me consideran una escritora de este tipo, aunque me he ido acostumbrando. El periodismo y la literatura siempre han seguido caminos paralelos. Otra cosa es cuando te dedicas a la narrativa; para ello necesitas mucho más aislamiento y dedicación al margen del periodismo, porque para ejercer este tienes que estar constantemente volcado en la actualidad, en la vida social. Ambos utilizan el mismo instrumento, la palabra, pero por caminos diferentes.

Sin embargo, hace años el periodista no tenía que ser por fuerza un escritor de narrativa…

Desde luego; incluso muchos preferían otras vías que poco tenían que ver con escribir. O se dedicaban al periodismo deportivo o al económico; o a cualquier otra especialidad que no necesariamente estuviera ligada a la literatura. Esta claro que no es lo mismo escribir narrativa, novela o ensayo a producir libros de otro tipo, que pueden tener un interés circunstancial (se me ocurre, por ejemplo, la biografía de algún personaje del “glamour”) pero que no son literatura.

Tu última novela, “Llegó el tiempo de las cerezas”, fue publicada hace más de un año. ¿Vas a sacar algún otro libro en breve?

Estoy en ello, porque como me expulsarán enseguida de la profesión (risas) para que haya un relevo generacional, me podré poner a escribir con más calma y más dedicación que hasta ahora. Quizá hacia el final de este año saque algo, que no será una novela; pero ya veremos si lo termino. Se trata de una especie de memorias profesionales; pero no es una autobiografía, sino una mezcla de ficción y realidad.




Nativel Preciado y Luis del Palacio. / Foto: Miguel Martínez Muñoz.


LA POLÍTICA

Como comentarista política, ¿crees que la encrucijada en que se haya el gobierno puede tener una solución concreta a corto o medio plazo?

Te puedo decir que precisamente hoy, como tantos otros comentaristas políticos, he leído a Paul Krugman, Premio Nobel de Economía y se dice que gurú de Rodriguez Zapatero, y ha sentenciado que el gobierno en solitario poco puede hacer para salir de esta crisis. Se necesitan acuerdos y mucha compresión por parte de Europa. La diferencia entre nuestro caso y el de Grecia es evidente, pero está claro que el gobierno a solas no va a poder sacarnos de esta penuria económica. El problema es que nos exijan una serie de esfuerzos económicos, de ajustes que no tienen ideología, como el control del gasto, el aumento de impuestos y otras medidas que pueden resultar muy incómodas para quienes sufrimos la crisis. Es muy difícil que el gobierno pueda acometer esta tarea sin el apoyo de otras fuerzas políticas. Estamos en un momento de inflexión muy complicado.

¿A qué se debe que en España sean poco menos que impensables algunas soluciones que en su día adoptaron otros países de nuestro entorno; como por ejemplo Alemania, donde se formó un gobierno de coalición?

Llegar a una solución parecida me parece, hoy por hoy, imposible. Nuestra democracia es todavía reciente en términos históricos. Existen demasiados “tics sectarios”, prejuicios, adversidades que no hemos superado. Incluso en Grecia –donde son tan parecidos a nosotros en muchos aspectos- el gobierno socialdemócrata ha tenido que contar con el apoyo de los sindicatos y de la oposición para poner en práctica unas durísimas medidas destinadas a sanear la economía (Otra cosa es que esas medidas hayan provocado una reacción adversa entre los ciudadanos, que se encuentran ahogados) En España esa sectarización de los políticos impide que, de momento, se alcancen acuerdos. Es una especie de miopía y una falta de generosidad política. Hubo un momento en que por necesidad apremiante se establecieron acuerdos; como, por ejemplo, los Pactos de la Moncloa. Si no se hubiera llegado al consenso, esa pequeña libertad que habíamos alcanzado se habría desvanecido. De aquel pasado forzosamente pactado provienen, quizá, muchas lacras actuales. La crisis económica presente es tan grave como la crisis política de los primeros años de la Transición. Y va a ser imprescindible llegar a acuerdos. Muchos políticos no parecen ser muy conscientes de las penurias económicas que están viviendo los ciudadanos; y no me refiero sólo a los desempleados, sino a las clases medias, a los profesionales, a los que sufren Eres, ajustes de caballo, bajada de salarios etc. La mayoría del país está asustado y con falta de confianza en el futuro ante incertidumbres que hay que resolver. Además, los poderes financieros, la Unión Europea etc. están ejerciendo una fuerte presión. O llegan los acuerdos o la cosa se va a poner muy fea.

¿Puede existir fuera de España algún interés en que caiga el gobierno Zapatero?

No creo que en derribar al gobierno de Zapatero, pero sí en perjudicar al euro. No soy experta, pero estoy al tanto de lo que comentan los expertos; y lo que está claro es que hay presiones financieras, guerra sucia, maniobras como ha habido siempre en los mercados para ganar dinero, y, si para obtener beneficios, es preciso poner al euro por los suelos, lo harán. Dentro de esas guerras de movimiento de capitales, Zapatero no equivale a Obama; me refiero a que, si bien es cierto que ha tratado de regular el mercado financiero, no creo que tenga fuerza suficiente como para que le tengan miedo.

A propósito de Obama, ¿crees que la expectación que produjo en su momento se va desvaneciendo?

Tengo muchos amigos en EEUU que son partidarios de Obama y, sin embargo, se muestran muy críticos con la situación. Creo que no tiene sentido subir a las alturas a un personaje para luego dejarlo caer y que se haga añicos. Pusimos muchas esperanzas en él; creamos casi la figura de un gurú, una especie de Gandhi que iba a resolver los problemas del mundo, y , aunque me parezca un excelente político y me entusiasmen sus discursos –los escriba o no él- es lógico que haya tenido que ceder en muchos de sus proyectos, porque las presiones son demasiado fuertes.

EL SIGLO XXI: EL MILENIO Y SUS CAMBIOS

¿Qué opinas de ese cambio de ciclo evolutivo que muchos vaticinan para dentro de muy poco?

Está claro que constantemente ocurren acontecimientos imposibles de prever. El cambio de siglo no se notó en el momento, pero es evidente que hemos asistido a grandes transformaciones a lo largo de la primera década del siglo XXI. Esos cambios son los que hacen avanzar al mundo: cambios económicos, políticos, sociales, científicos… La historia avanza a saltos: cuando se produjo un hecho como el atentado del 11-S, que fue algo que cogió a todos por sorpresa y que ha contribuido a que se tambaleen todos los conceptos relativos a la seguridad del estado; o la crisis financiera reciente, consecuencia de la imprevisión, vemos cómo estos hechos suponen un punto de inflexión, un avance que se produce gracias a ellos aunque, en un principio, nos vapuleen la vida..

Estamos expuestos a cualquier tipo de hecho impredecible. Unos temerán que pueda provenir de la amenaza iraní; otros, de que los chinos acaben con la economía occidental, tal y como la concebimos, rompiendo el sistema de producción. O que en África se produzca una explosión migratoria que llegue masivamente a Europa y que, en vez de en pateras, vengan en lanchas rápidas y con fusiles. Quizá el cambio se produzca por un descubrimiento científico revolucionario. Cada cierto tiempo se produce uno de estos “empujones” que hacen que la historia avance; y se trata siempre de un acontecimiento muy concreto, totalmente imprevisible, que lo pone todo patas arriba.

2012 es una fecha esotérica; en mi opinión, una mera referencia. Hay cambios de mentalidad que representan un claro avance para la humanidad; como, por ejemplo, el llamado “estado de bienestar”, impensable hace cien años. Cada cambio suele representar un beneficio para la mayoría, aunque acaso pueda perjudicar a una minoría: la Revolución Francesa, por ejemplo, perjudicó a una minoría, que acabó de forma, trágica, y, sin embargo, asentó tres principios que implicaron un indudable progreso. Representó un cambio de ciclo; como, a su manera, también la tragedia del 11-S.

¿Crees que avanzamos hacia esa sociedad tutelada por el Gran Hermano de Orwell?

Todo parece indicar que sí.
He tenido encuentros con espías notables, con funcionarios del Servicio de Inteligencia, que, a veces, me han contado cosas interesantes. Por ejemplo, que es posible que en el futuro llevemos “chips” que capten incluso lo que estamos pensando. Parece una broma o algo de ciencia ficción, pero no hay que descartarlo. Hoy hay medios para saber dónde estamos en cualquier momento. El concepto de intimidad ha cambiado totalmente en los últimos tiempos y pasar inadvertido es un lujo que ya no está a nuestro alcance.

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Elsy es abogada, doctora en jurisprudencia, narradora, dramaturga y poeta ecuatoriana. Comienza su carrera literaria con la publicación del libro de cuentos De mariposas, espejos y sueños. La mayor parte de su obra cuentística está reunida en el libro Los miedos juntos (El Ángel Editor, 2009).

 
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