El control del opio es lo que siempre se ha jugado en Afganistán. Por él se mata y muere; pero antes de esa guerra por la adormidera, Carlos Marx denunció que la religión, la católica en especial, por aquello de la resignación, era el auténtico opio del pueblo. En tiempos de Franco la cosa cambió y ya fueron otros los que argumentaban que era el fútbol el causante de la larga siesta que los españoles dormíamos durante el franquismo. Sin embargo, fue el arzobispo de Nápoles, monseñor Michele Giordano, el que en 1997 salió contestón desvergonzado al filósofo alemán argumentando que el juego de los veintidós hombres en busca del balón en calzonas cortas era el auténtico opio del pueblo, o al menos de los fieles católicos; y ello porque durante un encuentro entre Nápoles y Milan se había producido una inmensa merma de personas en el cumplimento dominical de oír misa.
Lo que argumentó en su día el arzobispo Giordano fue una auténtica idiotez, no digamos nada de la profecía de Carlos Marx. Vean ustedes, el hombre ha dejado de ser, también la mujer, y ello gracias al Sistema, en el Libro del Apocalipsis al Sistema se le conoce por el Dragón.
Durante la semana la persona anda entre papeles, ladrillos, platos, patrones, filas del INEM, buscando parné en Bancos, sueldos, Rajoy, limosnas, Puigdemont, Pablo Iglesias, etc. y en esto llegaba el domingo, el día del señor fútbol, y el hombre rescataba del baúl sus señas de identidad: gorrilla, bufanda, bandera, silbato y pólvora. Y se encamina, libre de las ataduras del Sistema, al estadio.
La batalla está servida. Hay que vencer. Hay que ser. Hay que olvidar, y por ello el hombre gritaba contra el árbitro, pero al hacerlo, también lo hacía contra los papeles, ladrillos, platos, patrones, INEM, Bancos, sueldos, Rajoy, Iglesias, limosnas y la madre que nos parió.
Y el Sistema, que es lo más listo que existe, quiere acabar con el hombre protestón, y para ello ha montado fútbol para los lunes, martes, miércoles, jueves, viernes, sábado y domingo, o sea, todos los días de la semana tenemos opio servido en las cuatro paredes de nuestro hogar.
Y todo arreglado, pues bien en casa o en el bar o en el campo de fútbol, quedamos dormidos ante tamaño y ya insoportable festín. Y es que el nuevo Sistema, el creador del bostezo, deja en zapatillas a Marx y Franco.
Estos de hoy sí que saben; hasta Montoro y Rufián.
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