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Supersticiones sibilinas

Hasta las pretendidas certezas tienen ese ramalazo propio de las supersticiones
Rafael Pérez Ortolá
sábado, 7 de enero de 2017, 11:28 h (CET)
Es cierto, de cualquier cosa hacemos cuestión. En unas ocasiones por puro entretenimiento, casi como un juego placentero. Pero, aún en las ocasiones en las que proclamamos seriedad, tratamos los asuntos de manera intrascendente o generamos una serie de repercusiones graves, con toda una gama de situaciones intermedias. El grado de COMPROBACIÓN de cuanto se trata suele ser escaso. En lo particular, la ligereza disturbia las decisiones personales. La colectividad extiende las inconveniencias. De donde, el abanico de posibilidades es amplio. El conocimiento nunca será completo, aunque se olvide con frecuencia esa incompletud, cuando se adopta la frivolidad en los diálogos habituales.

Tanto las creencias en determinados asuntos, como su conocimiento comprobado dentro de lo posible, son funciones desarrolladas por los humanos. En la medida que una creencia abunda en la ignorancia, el fanatismo y el aislamiento, progresa con grandes pasos hacia la SUPERSTICIÓN. Que puede ser inocente en su gestación y desarrollo, con menos implicaciones sociales. Resulta bien distinta cuando está asociada a tramas embaucadoras con variados grados de malicia; por intereses, estados emocionales o incluso por una maldad radical. En estos últimos supuestos, casi pierden su nombre, por que adoptan caracteres de auténtica perfidia, laborante en las numerosas corrupciones que padecemos.

Hay elaboraciones interesantes en sus comienzos, con cierta utilidad; convertidas después por los malos usos en supersticiones, cuando no son malversaciones desde el orígen, con toda su ralea de perjuicios ocasionados. Así ocurren múltiples ejemplos antes de las votaciones con los numerosos SONDEOS de OPINIÓN. En la Revista de Occidente, incide Bettini en el engendro creado con esta práctica, transformada en indicador de los intereses manipuladores. A quién se dirigen las preguntas o la redacción de su contenido. Ese contraste entre el momento de su realización y el de la publicación de sus resultados. Un arma arrojadiza enturbiadora de los afanes democráticos con excesiva frecuencia.

Cuando es evidente que no hay dos sujetos iguales, concluiremos en la imposibilidad de conocerlos a todos, si ya de por sí es complejo el conocimiento de los allegados.Tampoco parece lógico considerarlos como un conjunto homogéneo. Sin embargo, no sólo se recurre a la simplificación de citarlos a todos como GENTE o PUEBLO; sino que dicha tendencia es utilizada como muletilla al servicio de los grandes manipuladores. El abuso es tan flagrante que quienes funcionan con ese lenguaje, proclaman a la vez su perversidad. Lo cual no es óbice para el surgimiento de agrupaciones serviles de gente sometida a la simplificación. Una suerte de masificación, sin personas en pleno ejercicio de su dignidad.

En cuanto al valor dinerario de las cosas, enseres o ideas; que duda cabe, los aspectos básicos son fundamentales. Lo que ya pasa a ser una elucubración desorbitada es el CHANTAJE económico, implantado por encima de las personas. Adopta tres derivaciones supersticiosas lamentadas a diario, pero, de manera increible, toleradas. Su dogmatismo predictivo, que son en realidad directrices emanadas desde los núcleos de poder. El carácter exclusivista de sus determinaciones, que desdeñan otros enfoques cualitativos; en un encumbramiento injustificado. Todavía peor, el chantaje agranda sin remisión las desigualdades. La razón aparece mutilada en sus maquinaciones; con muchos adornos, eso sí.

Aunque cada vez somos más sabios en avanzados trances, o quizá por eso, resulta más ostensible e inexplicado el menosprecio de aquellos conceptos que no conseguimos aclarar con las notables investigaciones. La ciencia es necesaria, sus aportaciones ingentes. No obstante, el CIENTIFISMO es deformante de la realidad, intolerante y defectuoso por su propia naturaleza. Esa atribución exclusiva a las aportaciones de la ciencia, no pasa de ser una superstición. Será difícil darle sentido a la vida sin abrir los horizontes más allá de las confirmaciones científicas. El cientifismo representa otra vía de escape con respecto a la integridad razonable que nos envuelve. Una simplificación absurda.

La proliferación de engolados oráculos es un escándalo, están orientados hacia los pronunciamientos rotundos, en contra de ese 90 % de materia oscura, desconocida; toda una proclamación de las ignorancias latentes. Casi sacamos la conclusión en contario, las rotundidades apuntan a SUPERCHERÍAS; con atribuciones variadas, pero basadas en falsas seguridades. Los abismos que nos rodean son enormes. Lejos de reconocerlos en una trabajosa labor de adaptación, predominan las tendencias absolutistas, funcionan como si no existieran aquellas profundidades; doble contradicción, porque tampoco conocemos bien nuestra consistencia como personas. Confrontan la humildad realista y los comportamientos fatuos

Miremos el sentimiento religioso, personal e intransferible, con las peculiaridades subsiguientes. Las colaboraciones colectivas nunca podrán suplantarlo, menos aún las individuales. Si alguien alcanzara visiones superiores, tampoco les facultaría para implantar a la fuerza sus hallazgos, el asiento de sus pretendidas seguridades es inestable. Por lo tanto, las actitudes impositivas en el sector de los sentimientos espirituales, están fuera de lugar, generan una SINRAZÓN apabullante porque giran en torno a lo desconocido. Las actitudes de servicio, de colaboración, de influencias, no acarrean mayores exigencias de cara a las demás personas, portadoras de pensamiento autónomo.

Para los comportamientos sibilinos, el mejor ocultamiento es desarrollarlos a la vista de todos. Así ocurre en los dos ejemplos siguientes; con ligeras modificaciones de las palabras, cuentan incluso con el beneplácito de quienes padecen sus consecuencias.

Qué me dicen sino de esa suave traslación disimulada entre las palabras público y privado. En las manipulaciones del dinero, sobre todo del procedente de fondos generales, de todos, el público; es evidente su acopio, impuestos, donativos, apropiaciones indebidas. Desde diversas organizaciones, ONGs, Hacienda, pasa a ser utilizado de forma sibilina por manos privadas, en un DESLIZAMIENTO de alcances perniciosos. Es como una prestidigitación, por la cual los bienes pertenecientes al conjunto se disolvieron en las faltriqueras privadas; con la tolerancia de quienes aún no hayan valorado el desliz. La malicia encuentra recovecos encantadores para sus venenos, basta con unos titulares adecuados para su denominaciones.

Otro de esos desfalcos, de hacernos creer lo que no es, gira en torno a la cultura y lo que de ella afecta a cada persona. Por un cúmulo de circunstancias ( Nacimiento, residencia, trabajo, educación...), las personas disponen de su acervo cultural propio. Pero, surgen las APROPIACIONES culturales indebidas, lengua obligatoria, contenido educativo uniforme, folklore ahormado; las personas sometidas a la edulcorada opresión, disfrazada de creencias prefabricadas por agentes encumbrados.

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