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San Ernesto de la higuera y la maldición de severiano

Luis Agüero Wagner
Luis Agüero Wagner
miércoles, 11 de agosto de 2010, 07:19 h (CET)
Cuando el Che Guevara fue ejecutado extrajudicialmente tras ser capturado en Bolivia, el fotógrafo Freddy Alborta recibió el encargo de testimoniar con su cámara la muerte de Guevara y, según se creía, también la de su proyecto político.

En un memorando secreto, Walt Rostow le aseguraba al presidente Lyndon Johnson que “en el contexto latinoamericano –la muerte del Che- tendrá un fuerte impacto en descorazonar futuras guerrillas”.

Contraviniendo la intención de sus inspiradores, la imagen surtió un inesperado efecto evocador, mítico, pasional.

Los campesinos no podían olvidar la imagen del cadáver, con los ojos abiertos, colgado de los patines del helicóptero que trasladó su cuerpo a la localidad de Vallegrande, donde en 1997 se encontraron sus restos, enterrados en una fosa excavada a un lado de la pista del aeropuerto. En el imaginario popular, el Che tendido inerte sobre una mesada de la lavandería del hospital de Malta de Vallegrande se asemejaba a la imagen de Cristo, por lo cual se inmortalizó entre los lugareños el apelativo de San Ernesto de La Higuera para denominar al ex jefe guerrillero.

Durante las dos décadas siguientes a su muerte en La Higuera (Bolivia), en 1967, muchos de los que estuvieron relacionados con su captura, su asesinato o la desaparición de su cadáver murieron o sufrieron graves accidentes o agresiones que les marcaron de por vida.
En el imaginario popular comenzó a crecer entonces la leyenda de la "maldición del Che", como si el fantasma del guerrillero argentino hubiera vuelto dispuesto a tomarse la justicia por su mano.
Los rumores comenzaron poco después de la ejecución de Guevara, cuando, explica el escritor mexicano Paco Ignacio Taibo II en su biografía sobre el Che, una gran sequía asoló la aldea boliviana de La Higuera y se corrió la voz de que el guerrillero tomaba venganza contra los aldeanos por haber permitido que le asesinaran.
La leyenda creció en 1969, tras la muerte nunca aclarada del general René Barrientos, el presidente de Bolivia que ordenó matar a Guevara, que falleció carbonizado en un accidente de helicóptero. Poco después, Honorato Rojas, el campesino boliviano que delató a la guerrilla de Guevara, fue asesinado por un grupo armado.
A principios de los años 80, Gary Prado, el capitán que capturó al Che, sufrió herida por “fuego amigo ", al parecer disparado fortuitamente por uno de sus soldados, que le perforó los pulmones y le dejó paralítico. El teniente coronel Andrés Selich, uno de los militares bolivianos que se entrevistó con el Che durante la noche que estuvo detenido en la escuela de La Higuera, antes de ser ejecutado, fue asesinado cuando fraguaba un golpe de Estado en su país. Roberto Quintanilla, el jefe de la inteligencia del Ministerio del Interior que estuvo presente cuando amputaron las manos del cadáver de Guevara, fue asesinado años después por la guerrillera Mónika Ertl, hija rebelde del "fotógrafo de Hitler".
Félix Rodríguez, el agente de la CIA que identificó al Che en Bolivia, comenzó a padecer asma -la enfermedad que marcó la vida del guerrillero argentino desde su infancia- tras regresar a Estados Unidos.
El caso del Che también tiene sus paralelos al sur de la frontera boliviana, no muy lejos de donde fuera ejecutado el mítico héroe de la revolución cubana.

LA EJECUCIÓN DE SEVERIANO MARTÍNEZ
Al igual que con todo adversario político, un guerrillero sigue sujeto a las campañas de desprestigio aún después de ser ejecutado, y el guerrillero Severiano Martínez es un ejemplo de ello.
Luego de que 25 policías de la fuerza paraguaya asesorada y entrenada por Estados Unidos y Colombia lo asesinara de 13 balazos en los confines del Chaco paraguayo, el periodismo mediático inició una intensa campaña para presentarlo como hombre venal.
En contrapartida, la familia del mismo replicó querellando a los responsables directos de su asesinato.
Por ejecución extrajudicial fue presentada ante la justicia paraguaya una denuncia, que afecta a los represores que actúan en las fuerzas públicas bajo el gobierno de Fernando Lugo.

La ejecución de un insurgente fue realizada en el marco de la represión que lleva adelante el gobierno del cura Fernando Lugo contra antiguos aliados políticos de la izquierda marxista, hoy aglutinados en el EPP.

Severiano Martínez fue ejecutado, según afirmó este lunes la abogada Raquel Talavera, luego de presentar una denuncia ante el Ministerio Publico contra personas innominadas. Pidió que se designe un fiscal para que investigue el caso. Los delitos que se mencionan son el de homicidio doloso con alevosía, ensañamiento y ejecución.

En su escrito de denuncia, la abogada Raquel Talavera. en representación de Aureliano Martínez y Ana Bella Duran, padres Severiano Martínez, solicita a la Comandancia de la Policía Nacional los nombres de los agentes policiales que intervinieron en el operativo de captura el pasado 28 de julio en la zona conocida como Agua Dulce.

Así también la posición de los tiradores en croquis y de la víctima al iniciarse los disparos y del cuerpo cuando cayó al suelo. Agregaron, además, como pruebas varias fotografías tomadas al abatido durante la autopsia donde sostienen que no creen en la versión del médico del Ministerio Publico Pablo Lemir, quien concluyó que los disparos se realizaron a larga distancia, descartando una posible ejecución.

El médico Lemir es un ginecólogo metido a forense, fuertemente identificado con la corriente filizzolista, adepta al gobierno de Lugo.

La querella por ejecución extrajudicial, curiosamente, coincidió con el revuelo por el anuncio de que el mismo cura Fernando Lugo, se encontraba aquejado de un linfoma maligno en avanzado estado, que curiosamente no había sido detectado por los médicos en los estudios realizados durante una reciente operación. ¿La maldición de Severiano?

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