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Las fiestas de Berlusconi y el Index de Fernando Lugo

Luis Agüero Wagner
Luis Agüero Wagner
lunes, 18 de abril de 2011, 07:29 h (CET)
Difícilmente hoy alguien pueda ignorar que los libros, herramientas del saber y de las ideas de los seres humanos han sido en el pasado objeto de persecuciones y censuras de todo tipo, desde parciales a totales.

Un paradigma al respecto nos dio la Iglesia Católica, institución que dentro de su pretendida doctrina moral intentaba satanizar con severidad lo que no debíamos leer. Los libros prohibidos por el catolicismo llegaron a ser tan numerosos que la Iglesia tuvo que componer un listado de todos ellos, el cual fue llamado precisamente índice de libros prohibidos – Index Librorum Prohibitorum –.

Esta infame lista fue mantenida desde 1559 hasta la próxima fecha de 1966 y abandonado definitivamente durante el papado de Pablo IV dentro de los preparativos del Concilio Vaticano II.

Sin embargo, mientras la misma capital que alberga a la ciudad del Vaticano es conmocionada por publicaciones escandalosas referidas al mismo jefe de estado con sede en Roma, en un recóndito paraje sudamericano un exponente de la inquisitorial iglesia romana intenta reimplantar el reinado del oscurantismo y el Index de libros prohibidos.

Libertinaje a la italiana

Simultáneamente a la aparición de un libro con escandalosas revelaciones sobre el cura Fernando Lugo en Paraguay, que a eso nos referimos, la prensa internacional se hizo eco de las fiestas de Berlusconi, con detalles igualmente íntimos.

Los desenfadados y detallados testimonios de Chiara y Ambra, dos bellas italianas de 18 años que asistieron a una fiesta organizada la noche del 22 de agosto de 2010 en Villa Arcore, fueron divulgados este miércoles por los principales medios del país, entre ellos Repubblica y Corriere della Sera, y confirmados por fuentes judiciales milanesas.

Según los relatos, el "bunga-bunga"revelado por la joven marroquí Ruby, no corresponde a las "veladas elegantes" que el millonario político asegura organizar para distraerse de las tensiones de la política italiana.

Según los testimonios, "Quince minutos después de iniciada la cena, un grupo de chicas comenzaron a mostrar sus senos, lo tocaban en sus partes íntimas y ellas a su vez se dejaban tocar", cuenta Ambra.

Mientras todo ello ocurría cantaban: "menos mal que existe Silvio" y él respondía: "mis niñitas, mis niñitas".

"Después del enésimo chiste vulgar, Berlusconi comenzó a pasar una estatua ante las chicas, una suerte de caparazón del que salía un hombre con un pene enorme. La estatua era grande como una botella de agua mineral de un litro y medio. El pene era visiblemente desproporcionado. La pasa ante las chicas y les pide que besen el pene. Lo besaban y simulaban sexo oral", asegura por su parte Chiara.

Súbitamente, Berlusconi clama: "¿Están listas para el bunga-bunga?", y las chicas responden afirmativamente en coro.

Las dos jóvenes reconocen haber sentido temor cuando fueron inducidas a bajar a un sótano con una pequeña discoteca en donde encontraron otras chicas disfrazadas de enfermeras, con minifalda y escotes llamativos.

En la discoteca, las jóvenes "bailaban en forma bien vulgar, se subían la falda, mostraban el trasero", cuenta Chiara al describir el llamado "bunga-bunga".

Las jóvenes habían sido invitadas a la fiesta de Berlusconi por un empresario de la TV privada, íntimo de Silvio, hoy también investigado por inducir a la prostitución.

Un caso similarmente escandaloso lo constituyen las fiestas organizadas por el entorno del cura Fernando Lugo en Paraguay, donde por lo general oficia de maestro de ceremonias el supuesto abogado Marcos Fariña, figura en los medios de Paraguay por sus declaraciones y actitudes prepotentes acordes al pasado autoritario del país.

Para silenciar tales desmanes, Lugo cuenta con los buenos oficios de conocidos personeros del periodismo venal, entre ellos Humberto Rubin y familia, a quienes aceita con dólares de Itaipú con pretextos indigenistas, amén del ministerio de la “mujer”, según revelaron fuentes del grupo Multimedia.



Pero mientras en Italia las fiestas de Berlusconi son descriptas con lujos de detalles y sin mayores apremios, en Paraguay no puede decirse lo mismo de la publicación “El Pastor Mentiroso” de Hortensia Morán, la mujer que acusa a Lugo de paternidad irresponsable ante la justicia.

Como en los tiempos del index de libros prohibidos, como si se tratara de un viaje a través del túnel del tiempo, bajo el gobierno de Fernando Lugo ha entrado a regir la censura de publicaciones.

La bancada del Frente Guasu y la Comuna asuncena se opusieron a que Hortensia Morán presente su libro, donde narra su relación con Lugo, en uno de los escenarios que tiene la Municipalidad para actos públicos. Nadie fundamentó el rechazo.

Hortensia Morán, quien exije reconozca la paternidad de un hijo al cura presidente Fernando Lugo, relató que la bancada de Frente Guasu de la Junta Municipal de Asunción se opuso tenazmente a la presentación de su libro.

Días pasados, la concejal Evanhy de Gallegos presentó la petición para hacer el acto en la Manzana de la Rivera, el Centro Paraguayo Japonés o la Plaza de la Democracia, pero los concejales de Frente rechazaron violentamente las tres propuestas, relató Morán.
Ninguno de los ediles fundamentó el rechazo, solo se limitaron a oponerse rotundamente, añadió la mujer que inclusive logró que el presidente se someta al ADN para probar si es padre del hijo de la misma.

Evidentemente, esta es la forma en que entienden la democracia el sombrío séquito de mediocres que acompaña al cura que sumió a todo un país en una insoportable sensación de bochorno y fracaso. Prácticas de un pasado que se creía enterrado, ahora reverdecen bajo el yugo de los López Perito, Camacho y Filizzola. Evidentemente, la alabanza traidora es la preferida por quien hoy se arrepiente de sus propios actos, con la conciencia intranquila luego de tanto “bunga-bunga”.

Ya lo advertía Jean de la Bruyere, no existe para el hombre más que una verdadera desdicha: incurrir en falta y tener motivo de censura contra sí.

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