Como si se encontrara aquejado del trastorno bipolar que caracteriza a los afectados por el síndrome maniaco-depresivo, el gobierno del cura Fernando Lugo ha vuelto a caer en la fase represiva de su enfermedad.
Luego de largos períodos de permisividad, durante los cuales el luguismo es complaciente con secuestradores, terroristas, asesinos, delincuentes, cae así en una fase represiva durante la cual persigue, apresa, tortura y ejecuta extrajudicialmente campesinos, por lo general escogidos entre sus ex aliados políticos.
En ese contexto, el cura presidente señaló este jueves en la ciudad de San Pedro que no descarta la aplicación del estado de excepción en el país por el clima de inseguridad que se vive en el país, debido a la inoperancia de su propio gobierno. Se trata de un intento de reacción ante la incontenible ola de inseguridad que azota al país, y que tuvo su punto culminante en estos días con el secuestro de la empresaria Dalia Scappini.
De esta manera, nuevamente inocentes pagarán por los pecadores como en las varias veces anteriores que el país fue puesto bajo estado de sitio durante su reinado, resultando todo ello en apresamientos injustificados, persecuciones ideológicas e incluso ejecuciones extrajudiciales.
Verdaderamente incomprensible que un reaccionario de este fuste haya contado con apoyo de movimientos que se dicen de izquierda.
Descenso a los infiernos
Dijo Henry F Amiel que el cielo, el infierno y el mundo entero, está en nosotros., y la historia del cura que prometió el paraíso para llevar a su país al infierno parecería confirmarlo.
Coherente con sus alianzas retardatarias y con el respaldo que le brindó la embajada norteamericana de Asunción, el cura Fernando Lugo amenaza así con volver a militarizar el país y emprender su "cruzada contra el terrorismo", en el marco de sus acuerdos para extender el Plan Colombia al Cono Sur.
La guerrilla que combate al gobierno neoliberal y derechista de Lugo, el Ejército Popular Paraguayo, al parecer nunca se creyó el cuento del “izquierdismo” del cura, y festejó a su llegada al poder en abril del 2008. Pronto se hizo evidente que habían optado por el hombre equivocado para encauzar al Paraguay por senda socialista.
La mayoría de los integrantes del grupo insurgente son viejos conocidos del cura y su entorno, quienes fueron sus protectores y encubridores cuando eran insistentemente vinculados a secuestros por los fiscales y los organismos de seguridad. La alianza entre Lugo y los hoy guerrilleros del EPP se consolidó debido a que buscando notoriedad en la prensa militante internacional durante su proselitismo electoral, el cura se proclamó adicto a la teología de la liberación y al socialismo del siglo XXI, capitalizando en su favor los vientos de dicha corriente para ganar las elecciones paraguayas del 2008.
La ruptura entre Lugo y el grupo marxista se produjo ante la impotencia del cura de tomar medidas conducentes al derrumbe de la estructura empotrada en el politizado y corrupto poder judicial paraguayo, lo cual hubiera permitido a los hoy integrantes del grupo armado enfrentado al gobierno limpiar sus expedientes de las acusaciones de secuestros y otros episodios.
Un grupo político afín a la guerrilla, el Partido Patria Libre, evidenció la ruptura en sus comunicados acusando al cura Lugo de ser un "payaso vendido a la oligarquía.
No era ciertamente ése el concepto que vendían durante la campaña electoral del clérigo, a quien presentaban como el mesías predestinado para llevar a su país al paraíso prometido.
Otro tanto hacían los representantes de los medios retardatarios, en su poder la mayoría de tenebrosos personajes enriquecidos durante la dictadura neo nazi de Alfredo Stroessner, quienes hoy se llevan la parte del león en los negocios con el estado paraguayo y la publicidad oficial.
En un mensaje cargado de hipocresía para la familia Scappini, el adoctrinador de seminaristas devenidos en secuestradores Fernando Lugo, expresó: “Lo sentimos muchísimo, de corazón lo decimos, creo que un secuestro nadie desea en nuestro país y por lo que conocemos de Dalia, una persona joven, idealista, preparada técnicamente y profesionalmente, a su familia, mis sentimientos de dolor, pero también de fortaleza y, sobre todo, que lleguemos a un final feliz con el retorno con vida de Dalia”.
La reacción es bien diferente a la que tuviera ante requerimientos sobre la empresaria Cecilia Cubas, secuestrada en al año 2005, cuando respondió con fastidio e indiferencia que tenía cosas más importantes que atender que un secuestro.
El cura que como pocos en el mundo deshonró a su fe y a la investidura presidencial de su país con sus bochornos, intentó retomar su rol de falso profeta para afirmar “que el mal nunca triunfará sobre el bien”, “porque los que creemos en Dios, somos hombres de ilusión y de esperanza de una patria nueva. Condenamos el secuestro desde todo punto de vista, porque es la violencia más grande de quitarle la libertad a una persona”. Evidentemente, no pensaba lo mismo cuando ayudó a huir hacia las playas brasileñas a su yerno Juan Arrom.
Mientras la incertidumbre y desilusión devoran a la mayoría de los paraguayos angustiados por la suerte de Dalia Scappini, la gran estafa perpetrada en la persona de quien defraudó a su iglesia por los placeres temporales se parece cada vez más a la obra de quien dijera, en la obra de John Milton, que más vale reinar en el infierno que servir en el cielo.
|