El pasado domingo Raimon dijo adiós a los escenarios desde un lugar por donde a lo largo de su carrera musical ha pasado en diversas ocasiones. El modernista Palau de la Música Catalana ha sido el lugar escogido por el cantante de Xàtiva para retirarse del mundo de la canción donde ha estado presente durante más de cincuenta años. A lo largo de los doce recitales, que durante este Mayo ha ofrecido, más de veintitrés mil personas han acudido para poder decir adiós al cantante que, a muchos de ellos, les dio a conocer los grandes poetas de la literatura catalana y a todos, con sus palabras, les hizo pensar seriamente cómo era este país en los tiempos de la dictadura.
Era el año 1962 cuando Raimon, que ya hacía tres años había compuesto “Al vent” fue animado a cantar por primera vez en público en la taberna Casa Pedro, situada muy cerca de la vieja Universidad de la calle de la Nave donde, a la sombra de la estatua de Lluís Vives, estudiaba Historia. En aquella taberna se reunían algunos de los intelectuales valencianos del momento, aquellos que no eran bien vistos por el régimen franquista, anualmente se convocaba un concurso de narrativa corta y aquel 1962 en la entrega de premios Raimon, con su guitarra, hizo sonar los primeros acordes de los pocos temas que tenía compuestos hasta entonces. Seguro que en aquel estreno público del cantante tuvieron mucho que ver Joan Fuster y Vicent Ventura, quienes seguían su incipiente carrera canora.
Meses después acudió a un Aplec en Castelló donde coincidió con “Els setze Jutges” impactándoles, especialmente a Josep María Espinás, que le abrió las puertas de Barcelona para que actuara por primera vez en la ciudad donde ahora ha hecho su despedida. La manera de cantar de Raimon y las letras de las canciones no tenían nada que ver con los temas que cantaban “els Jutges”, las canciones y las interpretaciones del de Xàtiva tenían más que ver con lo que en Francia hacían, entre otros, Brassens, o Ferrè , que aquellos temas sin mordiente social ni política de los primeros “setze jutges”.
A lo largo de cincuenta y cinco años Raimon ha llevado sus canciones por todo el mundo, sus canciones y su lengua, y, cómo no, las reivindicaciones de un pueblo que no quiere morir. El camino no ha sido fácil, durante los años de la dictadura, e incluso algún par de años más, el cantante fue perseguido, como otros cantantes que cantaban en catalán, por los guardianes de las esencias franquistas, fue clasificado como un elemento peligroso dentro del grupo de los “catalano-separatistas”. En Mayo del 72 el Capitán General de la IV Región Militar mediante una carta presiona al Gobernador Civil de Barcelona para que le impida cantar y Pelayo Ros, “poncio” del régimen en la capital catalana, acata las órdenes del Ejército y prohíbe todos los recitales de Raimon.
No, no fue fácil, los censores masacraban las letras de las canciones y en más de una ocasión dejaban a los cantantes ante la disyuntiva de suspender el recital o repetir sin cesar uno o dos temas, los únicos que los “señores de la tijera” consideraban como no dañinos para la dictadura imperante. Recuerdo una vez que iba camino de Madrid para presenciar uno de los cuatro recitales que Raimon tenía que hacer y en Tarancón me volví a Valencia ya que la autoridad “incompetente” tan sólo había dejado hacer el primero. A las dictaduras les da miedo la poesía y la canción, y a la franquista todavía más si éstas eran en catalán. Mi generación tuvo que aprender a interpretar las letras de las canciones que escuchaba con segundas lecturas y enredados entre las metáforas.
Y ahora Raimon se va, deja los escenarios. Y lo hace por la puerta grande, el domingo 28 de Mayo será marcado en rojo en los calendarios de los que tuvieron la fortuna de poder estar acompañando al cantante en su despedida. Un Raimon con toda la fuerza de la voz en su garganta desde el escenario del Palau de la Música hizo un repaso a una treintena de las ciento cincuenta canciones que ha escrito a lo largo de más de medio siglo. Después de que el coro infantil del Palau cantará dos de sus temas: “Jo vinc d’un silenci” y “D’un temps, d’un país” Raimon, acompañado por cuatro excelentes músicos interpretó una treintena de las ciento cincuenta canciones que ha escrito a lo largo de más de medio siglo de profesión artística.
Comenzó con algunos de los temas de su último disco “Rellotge d’emocions” para pasar a temas más lejanos en el tiempo y con “El País Basc” aparecieron los primeros aplausos al escuchar la estrofa que dice “Gora Euskadi, diuen fort”. No podían faltar los poetas, March, Rois de Corella, Turmeda y Timoneda. Siguieron temas como “La nit” o “indesidenter” donde Raimon demostró que está pletórico de voz y en plena forma. Con tres temas de amor, escritos, naturalmente, para Annalisa finalizó el recital. Luego llegaron los previstos bises con temas reivindicativos como “Diguem no”, para terminar su carrera profesional como la empezó cantando “Al vent”, ese himno compuesto en 1959 cuando iba de paquete en una moto desde su Xàtiva natal a València.
Raimon deja de cantar pero sus canciones, las letras que hace años escribió para luchar contra una dictadura siguen vigentes, “de vegades la pau tanca les boques i lliga les mans” y es “una buida paraula per a no dir res”. Se van los cantantes pero las canciones que ellos, y nosotros con ellos, convertimos en himnos contra la dictadura seguirán siendo nuestros himnos, “l’estaca” de Llach y el “Diguem no” de Raimon seguirán escuchándose allá donde la legalidad quiera imponerse, con la fuerza de la Brigada Aranzadi y su Tribunal Constitucional, a la legitimidad de los pueblos.
|