El Tribunal Constitución declara nula una amnistía que ya olía muy mal en su momento. Más allá de lo meramente legal, en lo moral, en lo ético y en el buen hacer de las cosas no parecía muy buena la amnistía, llamase como se llamase, del señor Montoro.
Premiar, por acción o por omisión, al que engaña, defrauda, evade y perjudica al total de la sociedad es una forma de fomentar esas acciones. Sin duda es grave, y creo que el Ministro de hacienda debe dar explicaciones y, quizá sí, dimitir.
Pero si se exige la dimisión de Montoro, por aprobar una ley anticonstitucional, ¿qué se le debe exigir a Puigdemont, Oriol junqueras, y su horda de la Cup?
He estado escuchando buena parte del día todo tipo de comentarios, indignados, especialmente de dirigentes del PSOE y de Podemos sobre la sentencia del Tribunal Constitucional contra la amnistía de Montoro. Me pregunto por qué esos dirigentes no defienden la Constitución con el mismo afán a la hora de pronunciarse sobre el intento de referéndum catalanista. Y digo bien, intento. El Tribunal Constitucional ya se ha pronunciado varias veces, muy contundentemente, al respecto, declarando absolutamente inconstitucional toda vía de consulta popular.
Si al Ministro Montoro se le pide que deje el cargo por aprobar una ley más que dudosa, ¿qué se le debe pedir a los que desafían el artículo preliminar de la Constitución, desoyen al Tribunal Constitucional, desafían al Estado español, a las instituciones europeas y amenazan la integridad del territorio nacional?
Lo que ha pasado hoy en Cataluña es grave, muy grave, y eso sí merece una, o muchas dimisiones. Uno no puede ampararse en la libertad de expresión para decir, mucho menos para hacer, lo que quiera. Un estado de derecho se basa en el cumplimiento de la ley. Igual que la debe cumplir Cristobal Montoro, la debe cumplir Puigdemont, incluso la CUP.
El Estado, las fuerzas del orden, el Ministerio de Defensa tienen la función de hacer cumplir las leyes, incluso, de ser necesario, de proteger el territorio nacional de cualquier ataque o intento de desvinculación forzosa.
El mero hecho no sólo aprobar leyes contrarias a la Constitución, sino de reiterarlas, de desoír al Tribunal Constitucional, de desafiar la integridad del territorio nacional, merece mucho más que una dimisión. Estaría bien que aquellos acérrimos defensores de la constitución que piden airadamente la dimisión del ministro Montoro, pidieran, al menos con el mismo entusiasmo, la flamante destitución de Puigdemont y su séquito. Al menos eso les daría un poco de credibilidad. Hasta entonces, más que defensores de la constitución, serán bufones y cómplices de esta pantomima anticonstitucional.
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