Treinta y cinco años después de que los helicópteros estadounidenses abandonaran las azoteas de Hanoi, Barack Obama ha insinuado que va siendo hora adaptarse a la nueva realidad geopolítica del Sudeste Asiático. La excusa no es ya el difuso e inasible “espectro del comunismo” sino la China capitalista.
El presidente de EE.UU. ha revelado las intenciones de su gobierno en el curso de una gira asiática, en la que se encuentra inmerso actualmente y que ya le ha llevado a Indonesia, pasando por Hawai, dos de los lugares en los que pasó su infancia y adolescencia.
Entre los momentos para la posteridad dejados por la presencia de Obama en el Sudeste Asiático, se encuentra la participación de Obama en la Cumbre de Asia Oriental (EAS, por sus siglas en inglés), que se celebra estos días en la isla de Bali. Esta será la primera vez que un presidente de EE.UU. tendrá la palabra en el evento.
La cumbre cuenta también con la presencia de los países de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN), con Vietnam, Indonesia y Myanmar entre sus miembros, en una reunión paralela que también se celebra en Bali. A esta se suman los verdaderos colosos económicos de Asia y Oceanía, miembros de EAS: China, India, Japón, Corea del Sur, Australia, Japón.
Sobre la mesa hay temas de importancia global, tales como la crisis económica que asola la Unión Europea o el cambio climático. La impresión general que ha causado el movimiento de Washington en esa dirección es que EE.UU. trata de reafirmar su papel económico, diplomático y militar en una región que, en lo comercial al menos, ya parece el “patio trasero” de China.
Más en concreto, los mares que bañan el Sudesde Asiático cuentan con importantes reservas de petróleo. El crudo, cada vez más escaso pero aún en el centro de las agendas de las principales economías del mundo, jugará un papel crucial en el desarrollo de la política (y las guerras) a nivel internacional en las próximas décadas.
A esto se añade el final anunciado del conflicto bélico en Afganistán y la ausencia de una visión geopolítica a largo plazo en Washington tras el descalabro de EE.UU. en la Guerra de Vietnam (1965-75).
EE.UU., en efecto, tiene una cuenta pendiente con los restos del comunismo y con las dictaduras moribundas en el Sudeste Asiático. Llegar a algún tipo de acuerdo con Corea del Norte parece un objetivo todavía lejano. La solución a la descomposición del gobierno totalitario de Myanmar, sin embargo, es viable a ojos de Washington. Así lo indica la intención de Hillary Clinton, la Secretaria de Estado de EE.UU., de visitar Rangún.
De nuevo, de llegar a concretarse, esta sería la primera visita de un Secretario de Estado estadounidense a Myanmar, la antigua Birmania. El contexto parece propiciar el anuncio, hecho en Bali durante la reunión, ya que se prevé invitar a la todavía férrea dictadura a presidir el evento en el ano 2014.
La ASEAN fue fundada en 1967, cuando la participación de EE.UU. en el conflicto bélico en Vietnam alcanzaba su clímax, y cuenta entre sus miembros con Vietnam, Camboya, Laos, Tailandia, Brunei, Indonesia, Malasia, Myanmar, Singapur y Filipinas.
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