Parece que el Gobierno de Zapatero está decidido a dejar la presidencia haciendo ruido, y como no, el tema estrella era la memoria histórica y el posible traslado del Caudillo. La verdad que con la que está cayendo en España el tema de la memoria histórica me tiene sin cuidado. Creo que lo que importa de verdad es que haya ciudadanos que no tienen nada para llevarse a la boca y padres/madres que patean las calles en busca de un trabajo con un “humilde”, por no decir “humillante” salario.
El caso es que el otro día escuché a una anciana hablar con una serenidad de aquel tiempo que me hizo ver el lugar dónde reside la memoria histórica sin rencor, sin sesgo político, sin maldad, sin revancha.
La mujer que calza los 75 años, es huérfana de padre, al que no conoció porque fue fusilado cuando ella tenía pocos meses. Aquel joven de tan sólo 20 años que de repente se encontró a si mismo vestido de militar, empuñando un fusil y puesto a echar tiros contra los nacionales, seguramente la guerra le importaba poco, y en su lugar, indudablemente preferiría ver a su hija comer las primeras papillas y acostarse cada noche junto a su esposa.
Todo eso quedó truncado ante un chivatazo de un compañero de filas que dijo acertadamente que ese era nacional, de ideas, claro. Pero ahí estaba, luchando sin saber de política, de gobiernos, de rojos, azules o verdes, cuando su trabajo era coger una azada y labrar los campos.
Su historia termina ante un pelotón de fusilamiento y en fosa común, de esas que el PSOE no abre, porque en ellas están los asesinados por la República. Su mujer crió a la anciana de hoy sola, y esa niña creció sin padre, pero lo mejor de todo es que no maduró bajo el odio y el rencor. Ella no quiere reclamar el cuerpo de su padre, al que lleva en el corazón y sólo pide que España honre a aquellos que murieron durante la Guerra Civil, viviendo en concordia, paz, armonía, respeto y sin resentimiento. La mejor memoria es vivir el pasado como lo que es historia y que nos ha hecho madurar como país.
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