La producción de opio en el Sudeste Asiático se ha duplicado en los últimos cuatro años, según un informe de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD). Los países responsables del incremento en el cultivo del opio, principio básico de la heroína, son Laos y Myanmar, especialmente este último.
El aumento tiene que ver con la inestabilidad de las regiones en donde se produce esta planta, así como con el incremento de la demanda en la región. China es el principal cliente, y la demanda no hace sino crecer por lo que las predicciones de la ONU no son halagüeñas.
Otro factor que incentiva el cultivo del opio entre los granjeros es el alto precio que se paga últimamente por la cosecha en la vecina Tailandia. Los precios son también más elevados de lo habitual en Laos y en la propia Myanmar.
Se estima que en las zonas productoras la inseguridad alimenticia (es decir, la pobreza) afecta a un promedio del 35 por ciento de los hogares.
El principal productor, solo por detrás de Afganistán a escala grobal, es Myanmar. Allí crece más del 90 por ciento del opio del Sudeste Asiático. En total, 44 mil hectácreas de la antigua Birmania están dedicadas al cultivo de esa planta.
El opio prospera sobre todo en el norte y noreste del país, zonas castigadas por seis décadas de conflicto armado entre el gobierno central y diversos grupos étnicos separatistas.
El puentre entre Myanmar y China es el llamado Estado Kachín, la provincia más septentrional de Myanmar, bajo poder efectivo de las guerrillas locales. En Kachín no hay controles fronterizos y se trafica a destajo, no solo con opio sino también con jade, maderas nobles y mujeres jóvenes que acabarán en los prostíbulos de toda Asia.
El mayor incremento en el cultivo de opio en 2011 se dio en Laos, no obstante, donde se cree que el área de producción aumentó en un 37 por ciento. El Myanmar el incremento este año fue del 14 por ciento, mientras que en Tailandia, el único país que da señales de mejora, el terreno destinado al cultivo ilícito de opio se redujo en un 25 por ciento.
El estudio, presentado en Bangkok, se hizo mediante rastreos desde helicópteros, imágenes de satélite y visitas a pueblos y villorrios.
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