La televisión norcoreana ha anunciado la muerte del líder Kim Jong Il a la edad de 69 años. La noticia ha sido difundida también en las radios locales. Otras fuentes indican que el líder comunista habría fallecido debido a la “fatiga” durante un viaje en tren, a primera hora de la mañana.
Aunque su estado de salud estuvo siempre rodeado de misterio, se cree que Kim Jong Il, inveterado fumador, sufrió un infarto hace tres años y que poco después le fue diagnosticado un cáncer de páncreas. Desde entonces, los rumores acerca de su sucesión, y del destino de Corea del Norte, se multiplicaron.
Kim Jong Il era el hijo de Kim Il Sung, fundador de Corea del Norte en 1948, que falleció en 1994. El siguiente en la línea de sucesión es su tercer hijo, Kim Jong Un, nacido en 1983, según un anuncio hecho el septiembre de 2010.
El funeral de Kim Jong Il se celebrará el 28 de diciembre.
Enigmático, estrambótico y peligroso
La vida del líder norcoreano es un enigma, y su biografía oficial (un curso de propaganda) no hace sino aumentar su aura fantasmagórica.
Kim Jong Il era conocido tanto por su característico peinado, casi un tupé, como por favorecer la conversión de Corea del Norte en potencia nuclear. Este es el principal motivo por el que George Bush, en 2002, incluyó al pequeño país asiático en su “Eje del Mal”, junto a Irán e Iraq.
La biografía de Kim Jong Il afirma que vino al mundo en un campo de entrenamiento militar coreano dirigido por su padre en 1942, aunque lo más probable es que naciera mientras este último se encontraba en el exilio en la Unión Soviética.
También es probable que no viviera la Guerra de Corea (1950-53) de primera mano y que, por su seguridad, su familia se encargara de su organizar un exilio estudiantil en la vecina China, desde 1948 bajo mando comunista.
A partir de 1953, EE.UU. se retiró de Corea del Norte, dividido de Corea del Sur en el paralelo 17, para centrarse en otras “amenazas” comunistas de la región, sobre todo Vietnam. Durante cuatro décadas, el nuevo país se caracterizó por el hermetismo, y muy poco se supo de él.
Kim Jong Il pasó el resto de su juventud como una suerte de príncipe heredero en Pyongyang, la capital, a la sombra de su padre. Fue en estos años cuando se desarrolló su afición por los cigarros caros, el cine (Rambo era, se cree, una de sus películas favoritas) y los zapatos de suela gruesa.
Cuando llegó al poder en 1994, bajo el título de Secretario General del Partido de los Trabajadores de Corea, muy pocos creían que sería capaz de mantenerse largo tiempo. Pero las predicciones se equivocaron. No sólo se estableció como líder nacional, dueño de un culto igual al de su padre, sino que se ganó una notable reputación internacional.
Desde el año 2002, Kim Jong Il saltó a la palestra mundial al declarar sus intenciones nucleares. Ni Japón ni Corea el Sur han dormido tranquilos por este motivo. El anuncio coincidía con la escalada bélica de EE.UU. en respuesta a los atentados de las Torres Gemelas.
Por su aislamiento, la realidad de Corea del Norte ha estado siempre teñida de rumores y noticias nunca confirmadas. Se sabe, por ejemplo, que hasta 3 millones de personas pudieron haber muerto en los años 90, a causa de una hambruna histórica. Pero las cifras varían según los informes, y los detalles se desconocen.
La biografía del benjamín de Kim Jong Il es igualmente misteriosa. Ni siquiera se sabe si realmente nació en 1983. Que llegue o no a ocupar un puesto de máximo dirigente en su país es una incógnita más.
Kim Jong Il era uno de los supervivientes de las dictaduras del siglo XX surgidas en el contexto de la Guerra Fría. En 2011, Myanmar ha sido noticia por la supuesta transición democrática de su cúpula militar, aunque el país carece de líderes carismáticos. En cuanto a China, la suya es otra historia, como lo es la de la soñolienta Laos. Muchos observadores miran ahora en la dirección de Cuba, donde seguramente viva, o ya se extinga en su retiro, el último patriarca comunista.
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