El día 22 de Diciembre de 2011 la Asamblea Nacional Francesa aprueba la ley que sanciona con un año de prisión y 45.000 euros de multa, el negacionismo del genocidio armenio. Un exterminio protagonizado por los turcos, y que la Sublime Puerta perpetua en negarlo, circunscribiendo los sucesos en el contexto de la Gran Guerra. De hecho, las autoridades otomanas utilizaron la supuesta connivencia de los armenios con Rusia durante la I Guerra Mundial para desatar un genocidio sin parangón hasta entonces en la Historia Contemporánea. Un genocidio conocido como holocausto armenio, que exterminó entre 1,5 y 2 millones de armenios, asirios, caldeos, sirios y helenos pónticos durante el año 1915.
El paso dado por Francia hace que Ankara pierda los papeles e insista en un negacionismo intolerable para cualquier país que se diga demócrata y para cualquier ciudadano informado y decente. Los espeluznantes sucesos ocurridos en los estertores del Imperio Otomano merecen un capítulo aparte. De lo que aquí y ahora se trata es de denunciar, de exigir justicia y respeto por aquéllas víctimas en cuyo martirio se inspiraría el nazismo. Durante los años treinta del pasado siglo, Hitler hizo tristemente célebre una frase:
¿Quién se acuerda hoy del genocidio armenio?. El laboratorio criminal turco sirvió de ejemplo y antesala que condujo a la shoah.
Tanto el Parlamento Europeo, como numerosos estados de Europa entre los que se cuentan Rusia, Suecia, la propia Francia, Austria, Chipre, Bélgica, Holanda...o americanos como EEUU, Canadá, Argentina, Chile o Uruguay ya lo han reconocido. Un reconocimiento en el que España no figura, pues la Comisión de Asuntos Exteriores del Congreso rechazó una moción al respecto en marzo de este mismo año. En mi humilde opinión muestra de miopía, mediocridad política, pendiente del mensajero y no del mensaje.
El histerismo del Turco, manifestandose en el aquí tan popular "y tú más" hacia El Elíseo bien merece que el Presidente galo no atienda a las patéticas llamadas telefónicas de su homólogo de Asia Menor, Abdulá Gül. El conflicto diplomático abierto entre París y Ankara pone sobre la mesa lo doloroso pero necesario que se hace el reconocimiento de la verdad, la memoria y la justicia.
En Turquía esta prohibido por ley admitir la existencia del genocidio armenio. Las amenazas de Erdogan, en la deriva neo otomana de los últimos tiempos son una afrenta a la dignidad. Erdogan, el amigo y colaborador esencial de la "Alianza de Civilizaciones" auspiciada por el ya ex-inquilino de La Moncloa.
Recep Tayyip nos dice que no permanecerá en silencio. Nosotros tampoco.
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