Tras conocerse la composición del nuevo gobierno que presidirá Mariano Rajoy, tocaba el turno del resto de partidos y su visión sobre la formación del mismo. No eran de esperar alabanzas ni elogios, cumplidos o aplausos, más bien dudas, incertidumbres y críticas.
El caso es que al Partido Socialista por boca de Marcelino Iglesias no se le ocurrió otra cosa que decir que el nuevo gobierno no era paritario. El ejemplo y los resultados de un gobierno constituido proporcionalmente por hombres y mujeres lo dieron ellos que dejaron la peor situación financiera, social y económica de la historia de España. A mi parecer, no importa la paridad sexual que compone el gobierno sino que aquellos que nos dirigen sean competentes.
El señor Rajoy es hombre de pocas palabras, o mejor las dice en el momento y lugar que cree oportuno y necesario, con lo que no satisface a una prensa sedienta de frases, titulares y portadas, que sólo consigue arrancar un discurso medido y meditado, que no adelanta ni promete nada. En definitiva, menos palabrería barata y más trabajo, los españoles están necesitados de un gobierno capaz, que deje la demagogia, el discurso político y las promesas electorales, y no venda la piel del oso antes de cazarlo.
El nuevo presidente parece andar despacio. Pero más vale pensar antes de dar un paso adelante, para no tener que retroceder después. Como dice el refrán: “Vísteme despacio que tengo prisa”, y en España hay prisa por encontrar trabajo, estabilidad económica, seguridad y confianza ciudadana y perspectivas de futuro.
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