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La corrupción es una enfermedad endémica en la humanidad. El virus de la dolencia se inoculó en el momento en que Adán, el primer hombre de quien todos procedemos, comió el fruto del árbol que el Creador le había prohibido comer. Su desobediencia se conoce como pecado. Como el pulpo, tiene muchos tentáculos. Uno de ellos es la corrupción que nos saca de quicio.
Desde mi juventud, no he oído nada más que hablar de interpretaciones de la historia, pero no solo de los hechos o datos, sino de los mismos datos y de los mismos hechos. Hay temas que a uno no le agrada indicar/tocar/tratar. Ya he expresado que la Historia como ciencia social es y ha sido una a las que más tiempo he dedicado, desde distintos órdenes de la realidad y del saber y en distintas épocas.
Nunca viene mal, tanto para creyentes como no practicantes, activar en nosotros el itinerario cuaresmal de cuarenta días, al menos para tomar una cognición más nívea y reflexiva, sobre nuestra propia historia por aquí abajo; máxime en un momento de tantos endiosamientos mundanos, con su siembra de mentiras y maldades.
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