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¿Qué clase de capitalista fue Romney?

Como cuestión política, el debate será la prueba de fuego clásica de una vieja teoría de Karl Rove que dice que la mejor forma de minar la posición de un rival es atacarle en el terreno de seguridad intuida.
E. J. Dionne
lunes, 16 de enero de 2012, 07:56 h (CET)

WASHINGTON -- Gracias a Mitt Romney y a intelectuales socialistas reconocidos como los candidatos conservadores Rick Perry y Newt Gingrich, Estados Unidos está a punto de celebrar el gran debate de la naturaleza del capitalismo moderno que debería de haber dado comienzo allá por 2008. El acento se pondrá en las clases de capitalismo que son nocivas para el sistema en conjunto.

Como cuestión política, el debate será la prueba de fuego clásica de una vieja teoría de Karl Rove que dice que la mejor forma de minar la posición de un rival es atacarle en el terreno de seguridad intuida. La principal credencial de Romney es que su experiencia en el sector privado le prepara para ser el gran creador de empleo del país. Ese mensaje se topará con dificultades si es considerado en su lugar un destructor de empleo.

¿Y si una determinada clase de capitalista gana cantidades ingentes de dinero pero no levantando empresas sino echándolas abajo? ¿Y si hay diferencia entre el capitalista que distinguimos característicamente que propone un buen producto y contrata gente para fabricarlo y comercializarlo, y otra clase que se hace con una empresa, recoge el capital que puede, y luego la abandona?

No es la narrativa de algún intelectual marxista que firme en una publicación desconocida. Es la forma en que Perry, que la última vez que miré era un candidato conservador bastante ferviente, describía la línea de trabajo de Romney.

"Son buitres", afirmaba Perry. "Son buitres sentados en la rama de un árbol a la espera de que la empresa enferme, y luego se lanzan en picado, comen los restos, se marchan con eso y dejan los huesos".

¡Quién lo habría dicho! ¿Quién se habría creído la cantidad del viejo populismo de Texas que se le ha pegado a Perry? De alguna forma, la difunta periodista de izquierdas Molly Ivins, legendaria escriba del estado de la estrella, sonríe desde el cielo popular.

El debate del capitalismo estará con nosotros todo el año probablemente porque tras el triunfo de Romney en New Hampshire, es verdaderamente difícil contemplar un escenario que le niegue la candidatura Republicana. Hay que reconocer el mérito de sus estrategas: vieron la oportunidad en Iowa y la aprovecharon, al tiempo que preparaban un alcázar inexpugnable en New Hampshire partiendo de su decisión de hacer que Romney anunciara su candidatura allí en junio. Que nadie le reste su margen de victoria el martes: fue enorme y decisivo.

Los ayudantes de Romney también lo reubican -- siendo uno de sus puntos fuertes -- justo lo bastante alejado a la derecha para encontrar el centro de un Partido Republicano cada vez más conservador. Pero ellos también entendieron que una clase alta conservadora asentada todavía puede cerrar coaliciones ganadoras en las primarias Republicanas mientras haya varios conservadores más repartiéndose el resto del voto.

Por eso los sondeos a pie de urna concluyen que Romney triunfa entre los votantes que ganan más de 200.000 dólares anuales, siendo la siguiente categoría la de los que ganan de 100.000 a 200.000. Entre los que ganan menos de 50.000 obtuvo el peor resultado. Romney puede lamentar la tesitura económica Obama, pero a él le fue mucho mejor entre los que dijeron estar saliendo adelante económicamente que entre los votantes que consideran estar quedándose atrás. Un candidato privilegiado que encabeza un electorado relativamente privilegiado.

Esta es la razón de que la defensa de su actuación por parte de Romney como capitalista de inversiones sea una de las partes verdaderamente auténticas de una campaña por los demás estrictamente guionizada. Habla con pasión genuina cuando acusa a sus rivales conservadores de "someter a juicio la libre iniciativa".

Pero eso da de lleno en la diana: ¿"Libre" para quién y bajo qué circunstancias? Los capitalistas de la clase de Romney nunca quieren reconocer lo mucho de su capacidad para ganar dinero que depende de lo que hace el estado. ¿Cómo se estructuran las leyes relativas al régimen de propiedades, el régimen fiscal o la deuda? ¿Qué reglamento se redacta para la forma en que se pueden adquirir las empresas y se reparte el poder dentro de las empresas entre accionistas de referencia, plantillas, gestores y demás accionistas? No son leyes naturales. Son la labor de políticos y de los grupos de presión que les influencian.

Lo que conduce a esta observación de Gingrich: "Me parece que hay una diferencia real", decía, "entre la gente que creía en el libre mercado, y las personas que van por ahí, aprovechándose económicamente, saqueando empresas, dejando atrás familias arruinadas, municipios arruinados y gente en el paro". Sí, hay distintos tipos de capitalismo.

El discurso de victoria de Romney sugiere que espera que la campaña consista en que el Presidente Obama quiere convertir Estados Unidos en Europa. Un debate más relevante sería en torno a lo que es el capitalismo estadounidense -- y lo que debería de ser. Gracias a Gingrich y a Perry, este debate es ahora inevitable.

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