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Concordia con el capitán | |||
| El capitán no se marchó, sino que cayó del barco | |||
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No es una novedad que la sociedad actual sufre una pérdida de valores. No me centraré en los adolescentes, sería un tópico decir que la juventud es la única que carece de ellos, sino que la carestía es generalizada. Algunos recordamos como antaño los cuentos populares nos presentaban personajes asociados a ciertos valores positivos o negativos. Por ejemplo, el sastrecillo era valiente, Juan no tenía miedo, la ratita era presumida, la bruja y la madrastra malvadas, las hermanastras envidiosas, el carpintero padre de Pinocho bondadoso, el rey avaricioso y el príncipe valeroso. Algunos nos hemos criado en una sociedad clasista, puede que con aquello del rosa para las chicas, el azul para los chicos, las muñecas para las niñas y el balón para los niños. Pero en aquella sociedad en la que no se discutía si el lenguaje era sexista, si un gobierno debería estar compuesto por el mismo número de hombres y mujeres, algunos valores se tenían muy claros o existía una conciencia de la responsabilidad y de la sensatez. Algunas profesiones se asociaban a valores concretos: el maestro culto, el juez justo, el gobernante honesto, el banquero honrado, el médico benevolente, el agricultor trabajador, el policía valiente, y así muchas más. Hoy en día la sociedad hace aguas por todas partes, al igual que el Crucero Costa Concordia que se hunde frente a las costas italianas. Ahora, con eso de la paridad y la ley de Igualdad, el capitán del crucero igual pensó que para no ser machista e igualarse al resto de mujeres, o por no resultar altivo y alardear de valentía permaneciendo hasta el final en el puente de mando del navío, decidió largarse el primero mientras el resto de la tripulación se iba de lado derechito al mar. No les diré que la actitud del capitán es para tomarla a broma, pero todos somos un poco responsables por dejar que los políticos sin cabeza nos gobiernen a golpe de insensatez y de memez que acaba siendo ley. Así que igual el pobre capitán tuvo un dilema mental y no supo que hacer. Al igual que en Cataluña un médico ya no sabe si hablar mandarín, portugués o rumano, pero de español ni palabra. |
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