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¿Quo vadis, PP? | |||
La reforma laboral propiciada por el PP nos instala de pleno derecho en el s. XIX | |||
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En la reunión europea de Ministros de Finanzas de la semana pasada, se deslizaba el señor De Guindos –cuyo apellido ya es toda una advertencia, y lo que unido a su pretérito Lehman Brothers es como para echarse a temblar- con la lindeza de que la reforma laboral que estaba por decretarse en España era toda una traca, y tenía razón. ¡Y lo decía tan contento! Pues noragüena nomás, güey. No hay que remontarse mucho, apenas a la sesión de control del Parlamento en el pasado mes de junio, o aun a la misma campaña electoral de fines de año, cuando distintos miembros del PP, desde el Presidente y la Vicepresidente al señor Montoro, juraban sobre bendito exactamente lo contrario de lo que han hecho, deplorando el que el entonces partido del gobierno hubiera puesto en planta algunas tímidas acciones ligeramente parecidas a esta reforma laboral que ha decretado el PP como los mejores dictadorzuelos, y haciéndolo con una vehemencia que, ¡caramba!, hasta parecían tener razón, lo mismito que todos esos corifeos que se gastaban en lametones oratorios en las distintas cadenas y emisoras del ramo. Pero, en fin, donde entonces dijeron digo dicen ahora Diego, y aquí no pasa nada, al menos no más que, con mentiras, han ganado las elecciones con un programa que no han tardado ni tres meses no sólo en incumplir y traicionar, sino que se pueden descojonarse de todos los votantes como si tal cosa. Sólo les falta el matasuegras: nada más. Los detractores de la reforma laboral que entrará en vigor, Satán mediante, el próximo primero de marzo, dicen que es un arranque fascista del PP, si es que no franquista, que siempre es muy socorrido. Mienten, claro, pero es que los que tienen propensiones sociatas –el otro brazo de la misma bestia que junto con los vellidos sindicatos sentaron las bases para que esto fuera posible- no tienen más jaculatorias a mano por falta de inteligencia, y, bien se ve, lo que no les gusta, o es fascista, o es franquista. Y se equivocan, por supuesto, porque jamás el Fascio en pleno o Franco con todos sus Ejércitos se hubiera atrevido a tal osadía contra su propio pueblo, propia nada más que de iluminados que sirven a los más siniestros poderes existentes, y crean que no exagero ni un pelín. No tienen más que ver que en todo el ámbito de Europa, los que mejores empleos encuentran, por lo común al frente de gobiernos –ya sea en forma electa, como en España; o mediante golpes de Estado financieros, como en Italia y Grecia-, son los Lehman boys, los Goldman boys y otros servidores de ésos tipejos que enseguida se pican y te llaman racista holocaustero y lindezas por el estilo. ¡Vivir para ver! Europa, infestada de servidores de estos poderes negrísimos, no tiene ni remota idea de adónde va, a no ser a cumplir las órdenes que les dicten desde los trust financieros de Jerusalen o New York, que para eso son los que mandan. Y en España, como no puede ser de otro modo, la cosa es parte del todo. Ayer mismo decía en esta misma columna que lo que pasa en Grecia es lo que está pasando o va a pasar con nosotros, y aquí tienen la prueba. Esto es así, porque los ciclos de la Historia se repiten, y cada vez en menos tiempo tenemos que repetir la totalidad de la misma con todos sus altibajos –Jesus Jumping, ya saben-: después de la caída del imperio Griego vino la del Romano, y después de ésta la del Español. Ya se pueden imaginar que si pasó lo que pasó con el Merovingio o el Carologincio o aun con el Británico, a Francia y a Inglaterra le quedan horas después de Italia y España caigan; y en cuanto a Alemania, en fin, ya saben qué les tocará, porque aún debe picarles la piel. El caso, en fin, no es que el PP haya recortado algún derecho de los ciudadanos y los trabajadores en España, sino que se los ha quitado todos-todos, dejándolos inermes ante los voraces y enloquecidos predadores empresariales, a imagen como los césares dejaban a los cristianos ante las fieras en las coloridas fiestas de Coliseo. En pocas palabras, ha sido decretar el regreso al siglo XIX, como poco, y en breve a los empresarios sus empleados tendrán que llamarlos amo o bwana, quitándose la boina y bajando la vista a las alpargatas para no ofenderlos (a los dioses no les debe mirar a los ojos), a fin de llevar algo de gallofa a los habitantes de su chabola junto al arroyo, donde se hacinarán en infectos muladares las clases sociales despreciadas, los intocables de la modernidad. Una situación que procura y asegura un regreso al pasado, a la lucha de clases aquélla que parecía superada, con todo el dolor y la sangre que ello conlleva, sólo para recuperar los derechos que el PP –al alimón con el PSOE y los sindicatos- les han robado a los trabajadores. En la actual tesitura se me antoja imposible que un joven pueda planear formar familia, independizarse o algo por el estilo. Ya me lo parecía antes de la reforma ésta, debido al inmoral desempleo, a los sueldos de esclavitud y las insoportables condiciones laborales, razón por la que los jóvenes sólo tenían la posibilidad de, o huir del país, o vivir con sus padres hasta mucho más allá de la treintena; pero es que en el nuevo escenario, ni siquiera los padres van a poder conservar el empleo, porque podrán ser despedidos en un porque sí cuando al empresario le salga de los nueve, o despedidos con una limosna cuando los años limiten su productividad, y que se busque la vida o se pegue un tiro. Y les prevengo: esto es sólo el principio. Habida cuenta de la deriva, a la sanidad pública le queda un cuarto de hora, y a las pensiones y al desempleo unos diez minutos. Al tiempo. Dirán los pérfidos del PP y sus monaguillos de las tertulias televisivas que no es verdad, pero ya saben que de éstos se lo pueden creer todo, no tienen más que ver lo que decían en junio o noviembre del año pasado y lo que están haciendo ahora. Yo que ustedes me agarraría a los machos, porque vienen curvas, y aunque les parezca que hoy tienen la cosa resuelta porque tienen una edad y una antigüedad, tienen trabajo fijo, son funcionarios o están pensionados, yo que ustedes no me fiaría mucho, porque ya están ustedes también en el disparadero y con toda seguridad les digo que les van a disparar. ¡Ah!, y una cosa. No; éstos no son fascistas. Ni siquiera franquistas. Los unos y los otros, a éstos, los hubieran capado, como poco (Roma no paga traidores). Ni ellos, siquiera, se atreverían a tanto. Son peores, mucho peores, porque ni siquiera han esperado a carnavales para ponerse máscaras o disfrazarse de corderos, sino que se disfrazaron mucho antes de ovejitas luceras y en vísperas de los mismos se han quitado las caretas. Y, francamente, ahora que les vemos como son, ojo que son feos, pero que muy, muy feos: como el diablo, oiga usted. Ande, vaya y vote: tiene dónde elegir. Puedes conocer toda la obra de Ángel Ruiz Cediel: Un autor que no escribe para todos (Sólo para los muy entendidos) |
En la antigüedad, a quienes querían confirmar la veracidad de sus actos, se les sometía a la prueba de poner las manos en el fuego. Actualmente esta frase se suele utilizar para manifestar una plena confianza en alguien y dar testimonio de su honradez.
España legalizó el divorcio en 1981, bajo el gobierno de UCD de Leopoldo Calvo-Sotelo, esta ley marcó un hito en la sociedad española, que hasta entonces había estado regida por una fuerte influencia de la Iglesia Católica, una tradición conservadora y que para nada aceptaban las familias, era como una mancha, hasta les apartaban de cualquier reunión, incluso les estaba prohibido confesar y comulgar.
Pedro Sánchez, como egoísta, busca su acomodo obrando de manera incompatible con la decencia limpia y exigible a este rufián: el nuevo Quasimodo.
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