Serán las trigésimas Olimpiadas modernas, en un momento de convulsión económica que pide a gritos el descanso de los cinco aros más famosos. Con las instalaciones más importantes terminadas, todavía miles de deportistas deben luchar por una plaza para los Juegos.
Una centena escasa de días es el tiempo que tiene el LOCOG, Comité Organizador de Londres 2012, para completar la titánica tarea que supone organizar un evento de semejante repercusión.
A su favor, la tranquilidad de ver el Estadio Olímpico de Stratford, el Parque Olímpico o el Centro Acuático (una de las joyas arquitectónicas de estos Juegos) ya terminados. Por el lado menos optimista, la preocupación generalizada acerca de la capacidad de la ciudad inglesa para soportar con sus redes actuales de transporte la llegada masiva de atletas, prensa y aficionados.
Es la carrera final por un sueño que comenzó en 2005 (en el año I del Madrid olímpico), una época de bonanza que permitía afrontar con esperanza la gigantesca inversión necesaria. Pero el desastre económico hace que los londinenses comiencen a echar cuentas. Los trece mil millones de euros que ha costado el proyecto asustan a los ciudadanos, aunque el LOCOG se ha apresurado a asegurar que buena parte de lo invertido estará cubierto mediante patrocinios con empresas multinacionales.
En lo deportivo, abril será un mes decisivo plagado de torneos preolímpicos. Todavía miles de atletas aspiran a representar a sus países en las Olimpiadas, en competiciones sin posibilidad de fallo hacia la consecución de la marca mínima establecida.
Hasta 151 españoles están ya clasificados para Londres (131 mujeres y 120 hombres). Entre el numeroso grupo se encuentra el equipo de natación (con Mireia Belmonte a la cabeza), los gimnastas (equipo masculino íntegro y las de rítmica), piragüistas, regatistas y las selecciones de baloncesto, balonmano, waterpolo, fútbol y hockey. Se espera una representación final similar a los 286 deportistas que viajaron a Pekín hace ya cuatro años.